Enfermeros gallegos entre recortes británicos

rita a. tudela LONDRES / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

Rita A. Tudela

Encuentran empleo con mejores condiciones, pero hay sanitarios que se van por el deterioro del sistema

05 abr 2018 . Actualizado a las 09:57 h.

Unos 33.500 enfermeros dejaron el año pasado el Sistema de Salud Británico (NHS). Además, antes el Reino Unido era la primera opción para sanitarios gallegos y del resto de España. Ahora son más atractivos otros países. El éxodo lo vive en primera persona la gallega Tere Pereira Amigo, que trabaja en urgencias en el hospital Princess Alexandra de Londres. «Hay mucha oferta, se mueven muchísimo, y también lo aprovechan para negociar y cobrar más. Pero cada día somos menos trabajando; la gente se va y te sobrecargan», explica, subrayando que en el NHS siempre están cortos de personal.

Pereira, de Muxía, lo describe como «un círculo vicioso, en el que cada día hay más trabajo, el sueldo está estancando y no tienes vida personal, por lo que muchos ingleses terminan dejándolo». En su caso, se mudó a Reino Unido en busca de estabilidad laboral y encontró también oportunidades. Eso no quita para que al principio fuese «un poco frustrante», pues a pesar de tener experiencia, no confían en que los enfermeros gallegos sepan hacer todas las técnicas desde la carrera. «Cuando ven que sabes, te lo reconocen y valoran», añade. Se plantea regresar a Galicia en unos años. De momento, viaja y regresa a casa con frecuencia, pero no se siente integrada: «Inglaterra es un país donde eres un extranjero toda la vida, no te abren las puertas. La gente aquí es muy cerrada, con el clima no hay mucha diferencia con Galicia, pero aquí es imposible tener esa conexión y quedar al salir del trabajo».

Sabela González estuvo cuatro años en el Reino Unido pero decidió regresar a Pontevedra hace un par de semanas. Una entrevista profesional realizada en Vigo la llevó al NHS. Llegó a Slough, cerca de Londres, y trabajó un año en cardiología. «Pensaba que sabía inglés, pero estaba muy equivocada», cuenta. Después se mudó a la capital y estuvo dos años en la uci cardíaca del Saint Bartholomew, un hospital de referencia: «Exigían bastante, hacíamos muchos cursos para todo, pero me gustó porque tuve pacientes muy enfermos y me dejaban decidir y manejarlos como yo quería, y en Galicia eso no pasa». De ahí pasó a estar casi un año en urgencias en el hospital de Homerton. Se fue con la sensación de que muchas veces lo más importante para el paciente «no era cómo tratarlo, sino quedar bien con él, como ofrecerle las famosas cup of tea [taza de té]». En Londres tenía trabajo indefinido, mucha movilidad y podía hacer miles de viajes, pero los turnos eran largos (12 horas) y cree que llegó al punto en el que tenía que quedarse para siempre o irse. Decidió hacer las maletas, pero no descarta volver: «Dejé las puertas abiertas».

Desde cero también empezó Sonia Bolaño Gómez, que siempre había deseado vivir en otro país. «Cuando vi que había tantas ofertas de trabajo en hospitales públicos, que podías elegir planta y con sueldo y horarios buenos, no dudé», explica. Trabaja en la unidad de diálisis del hospital Churchill. Es de As Pontes. Lleva aquí dos años y medio. Antes pasó por sanidad privada gallega y cree que el sueldo «era una miseria», al igual que los turnos, de jornada partida: «No tenía vida social y no me sentía feliz». Tras hacer varias entrevistas, le ofrecieron una plaza tres hospitales británicos. Se decidió por Oxford. «La experiencia cuenta para las listas del Sergas y estoy encantada con mi vida, mi trabajo y mis compañeros. Fue la mejor decisión que he tomado porque, además de vivir en otro país, conoces a gente nueva y otro idioma. Eso te hace ser otra persona diferente, madurar más rápidamente y valorar más las cosas», explica.

Paula González trabaja en Portsmouth, en la uci del Queen Alexandra, desde enero del 2016. «Mi casa es Galicia; eso nunca lo voy a sentir aquí y voy a terminar volviendo», reconoce, pero por el momento se centra en ganar experiencia. Alaba las facilidades que le ponen en su trabajo para elegir turnos y cogerse vacaciones. «En España hay más vida social, pero para trabajar dependes de una llamada de teléfono, ahí está la diferencia», explica esta ourensana.

La llegada de Maika Lamela a Mánchester no fue fácil. En el 2004 empezó a trabajar como auxiliar mientras mejoraba su inglés. Aterrizó llorando. Dejaba en casa a su marido y a su hija. Venía de sufrir el cierre de plantas de su hospital, cada enfermero estaba a cargo de entre 15 y 20 pacientes. «Aquí tengo entre 6 y 8 pacientes y estoy en cardiología con trabajo indefinido», explica. Logró que la pequeña se viniese a vivir con ella, pero su esposo sigue en Galicia. Aprovecha sus siete semanas de vacaciones para visitar a su familia. Valora la calidad de su trabajo, pero reconoce que la sanidad española está mejor: «Aquí tienen dinero, pero no saben manejarlo». Se siente emigrante, pero dice que en su país tenía que depender de sus padres «para todo». Su horario es compatible con el colegio de su hija. Puede conciliar y eso es difícil en España.