«Nadie llevaba lecciones aprendidas»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

SOCIEDAD

Antonio Mato tiene claro que las familias son las que más sufren cuando los militares se despliegan en una misión
Antonio Mato tiene claro que las familias son las que más sufren cuando los militares se despliegan en una misión emilio moldes

Este sábado se cumplirán veintitrés años del inicio de la misión de Bosnia, el bautismo de la Brilat y del hoy brigada Antonio Mato en misiones en el extranjero

04 abr 2018 . Actualizado a las 10:30 h.

La cita es en la sala histórica de la Brilat, un espacio que atesora imágenes, cuadros, banderas y toda clase de recuerdos de las misiones en el exterior de la brigada. Separado unos metros de los restos del helicóptero Cougar que se accidentó en Afganistán costándole la vida a doce militares de la unidad pontevedresa y a otros cinco soldados del Ejército del Aire, el brigada Antonio Mato (A Estrada, 1974) no duda en aludir a la «inocencia» con la que las tropas afrontaron los primeros despliegues internacionales -Bosnia, 1995 y 1997-, unas misiones en las que tomaron parte militares de carrera junto a soldados de reemplazo, esto es, los que realizaban la mili obligatoria. Algo impensable hoy en día. «Ha cambiado mucho. No teníamos experiencia, pero las recuerdo con la ilusión de llegar y ver una cosa nueva. Nadie llevaba lecciones aprendidas, nos cambió totalmente la forma de trabajar».

Por aquel entonces, Antonio Mato estaba en la compañía de transmisiones, una unidad que comenzó a operar «con unos equipos informáticos que no habíamos visto». En los Balcanes, los soldados de la Brilat tenían muy restringida la comunicación con sus familias. Las únicas opciones, llamadas telefónicas de cinco minutos cada varios días a través de cabinas o mediante cartas manuscritas.

Veinte años después, la tecnología ha dado un vuelco a aquella realidad. En el último despliegue en Afganistán, en el 2012, Internet y la proliferación de aplicaciones como Skype posibilitaron que las comunicaciones fueran diarias y que no hubiera limitación de tiempo. «En la última misión creo que nadie del contingente escribió una carta», apostilla.

Antonio Mato tiene claro que aquella falta de contacto con sus allegados producía una cierta desconexión al regresar: «Cuando uno está seis meses fuera, al estar en casa siente vergüenza. Se siente un extraño, que estorba. Es mucho tiempo, pero no más que otra gente que se iba fuera a trabajar. El enlace con la familia no puede perderse. Es la experiencia que yo he quitado de todas las misiones». Pero le enseñaron «a valorar cosas comunes como una ducha diaria, comer unos huevos fritos o poder llamar a casa todos los días».

Luego vendrían Kosovo, donde estuvo desplegado con otra unidad del Ejército de Tierra; Pakistán, en la que colaboró con las víctimas del terremoto que asoló este país asiático; o El Líbano. Y al igual que participó en el primer despliegue internacional de la Brilat, Antonio Mato formó parte del último contingente que, hasta el momento, ha desplazado al extranjero la brigada pontevedresa.

Repliegue de Afganistán

Fue en el 2012 en Afganistán. La brigada lideró el repliegue de las Fuerzas Armadas españolas, decidir lo que se quedaba allí y lo que era imprescindible traerse. Entre esto último, la placa de mármol que se erigió en el lugar donde se accidentó el Cougar en homenaje a los soldados fallecidos y que la insurgencia había destrozado a golpes. Ya en Pontevedra, se reconstruyó, pero dejando en evidencia, a modo de recuerdo indeleble, los daños que había sufrido. «Creo que fue de las más duras. La situación en aquel país... No estaba bien. Fue una misión dura, pero de todas las misiones tengo buenos recuerdos», sostiene.

Echando la vista atrás, el estradense rememora que «se respiraba un ambiente hostil hacia nosotros y se percibía un cierto peligro, partiendo de la base de que mi trabajo fue siempre dentro de la base de Qala-i-Naw. Estaba relativamente más seguro que el resto de mis compañeros que realizaban patrullas».

A la pregunta de si volverá a una misión, su respuesta no deja dudas: «Creo y espero que sí. Me queda aún mucha carrera militar por delante».