Musgo gallego para medir la polución ambiental en Logroño y Portland

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

USC

La técnica de control de la calidad del aire fue creada por un equipo de la USC

27 mar 2018 . Actualizado a las 16:01 h.

El musgo es como el algodón del aire. No hay partícula, por pequeña que sea, que se le escape, ni tampoco hidrocarburos, gases o trazas de metales. Lo atrapa todo, por lo que se convierte, de forma natural, en un potente chivato de la contaminación atmosférica. Son propiedades que conocen bien los investigadores del grupo de Ecotoxicología de la Universidade de Santiago, los primeros en utilizar la planta en el monitoreo de la polución ambiental y en desarrollar una herramienta estandariza para realizar esta misión. La crearon al amparo del proyecto europeo MossClone, en el que coordinaron a doce universidades de varios países comunitarios. El método, pese a que se probó con éxito en Galicia, en A Coruña y Santiago; en Nápoles y otras localidades del sur de Italia y en Viena (Austria), se encuentra aún en fase de validación, aunque cada vez despierta mayor interés, lo que lo consolida como una seria opción para que el futuro pueda utilizarse de forma rutinaria, y mucho más barata, como apoyo a los sistemas de medición convencionales de contaminantes.

La técnica acaba de recibir un nuevo espaldarazo con la puesta en marcha de una red de biomonitorización de la calidad del aire en Logroño y su área metropolitana a partir del musgo, una planta que, literalmente, vive exclusivamente de lo que le llega del aire. La iniciativa es posible gracias al convenio suscrito entre la Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de la Rioja con el equipo gallego y con el de Ecofisiología Vegetal de la universidad de La Rioja, que colabora con el de la Universidade de Santiago. La instalación de las 78 instalaciones de medición previstas es financiada por la Obra Social ‘la Caixa’.

El Gobierno riojano inició su colaboración con el equipo gallego en el 2009, solo que hasta el momento se había usado musgo natural para controlar la calidad del aire. El que se empleará a partir de ahora es el creado en laboratorio por los científicos gallegos dentro del proyecto europeo. Es un clon cultivado en biorreactores que se fija a una esfera plástica. «Todo el material deriva de una única espora, por lo que es exactamente igual. Siempre tiene la misma concentración y las mismas características físico, químicas y genéticas, lo que nos permite estandarizar los resultados», explica José Ángel García Escribano, el coordinador del programa. Su grupo también ideó el dispositivo de muestreo, en forma de esferas, y unificó los criterios para su instalación y análisis de los resultados después de doce semanas de exposición en el medio.

Patente europea

El mismo procedimiento empezará a aplicarse dentro de unos días en la ciudad estadounidense de Portland, con cuya universidad también ha firmado un convenio la de Santiago para poner a prueba la metodología. En esta urbe, una de las más respetuosas con el medio ambiente de toda Norteamérica, se encontraron con un inesperado problema de contaminación por metales pesados, que se achacó a varias industrias de fabricación de vidrio coloreado, por lo que la nueva red natural les ayudará a establecer un mejor diagnóstico de la situación.

La metodología creada para el control de la calidad del aire mediante musgo está a la espera de la concesión de una patente europea solicitada por la Universidade de Santiago. Si el sistema también acaba siendo reconocido como método para monitorizar la contaminación por parte de la Unión Europea, la planta generada en los laboratorios gallegos podría empezar a comercializarse. «Es un proceso muy lento y que necesita de más validaciones del producto en otros entornos, pero esperamos que en el futuro lo podamos conseguir», confía García Escribano.

El algodón del aire

El musgo no tiene raíces, por lo que necesita captar cualquier sustancia que le llegue del aire para poder sobrevivir. De esta forma es capaz de recoger tanto contaminantes orgánicos como inorgánicos, desde metales pasados a dioxinas y furanos.