«En la sociedad actual, el padre está perdido, en tierra de nadie»

SOCIEDAD

C. A. L.

El sociólogo y psicoanalista Luigi Zoja critica que los padres se quieran convertir en una segunda madre y no asuman su responsabilidad

19 mar 2018 . Actualizado a las 08:09 h.

Sociólogo, psicoanalista y uno de los ensayistas más prestigiosos de Italia, Luigi Zoja (Varese, 1943) publica en una versión revisada y actualizada El gesto de Héctor. Prehistoria, historia y actualidad de la figura del padre (Taurus), que aborda desde un punto de vista histórico, antropológico y psicológico. Está considerada la obra de referencia internacional sobre la paternidad. Su tesis es que la figura del padre, que encontró su expresión en la familia monógama y patriarcal, se ha desmoronado y aún no ha sido sustituida por otra que cumpla su función. Una lectura adecuada en el Día del Padre, que «desafortunadamente es una celebración comercial».

-Habla de la ausencia del padre, tanto material, como simbólica y psicológica.

-Se puede trazar una genealogía del declive del patriarcado, que es fruto de un proceso histórico que se acelera en el siglo XX. En la primera mitad con las dos guerras mundiales, donde hay una ausencia material del padre; y en la segunda mitad con el aumento de los divorcios a partir de los años setenta. La descomposición de la figura paterna tiene dos caras. Una simbólica y cultural relacionada con la secularización de la sociedad, que hace que desaparezca la jerarquización vertical en la que en la cúspide estaban el rey en la sociedad, el padre en la familia y Dios sobre todos, como símbolos de los símbolos. La otra es estadística: el siglo XX es el de los divorcios, que en Estados Unidos aumentaron el 700 %.

-Ese debilitamiento de la figura paterna ¿qué consecuencias tiene en los hijos?

-Influye sobre todo en los varones jóvenes. La desaparición de la figura del padre, que era quien establecía los límites, está asociada con el desorden, la inseguridad, el abuso de drogas y la dificultad de enseñar reglas a los jóvenes, que se vuelven más violentos e hipersexualizados. Hace un par de generaciones, cuando un profesor enviaba una nota a los padres diciendo que quería hablar con ellos sobre su hijo, este iba acompañado por su padre. El padre escuchaba al profesor y al final levantaba el dedo y miraba al hijo en señal de advertencia. Ahora, levanta el dedo, pero no mira al hijo, sino al profesor, y le dice que no se atreva a tratarle más así. Ya no fija las reglas, sino que colabora con el hijo díscolo.

-Asocia la proliferación de bandas de jóvenes a la ausencia del padre.

-Las pandillas son típicas de América Latina, pero también existen en Europa. Hay estudios sociológicos que muestran que entre los jóvenes de bajo estrato sociocultural hay mucha diferencia entre los que tienen padre y los que no. Entre los que no lo tienen hay un porcentaje mucho mayor de jóvenes que se vuelven componentes de bandas criminales.

-¿Qué papel juega entonces el padre en la sociedad actual?

-Está perdido, en tierra de nadie. La solución no es volver al patriarcado, porque restablecería una primacía masculina rica en abusos y pobre en derechos democráticos. Pero la figura del padre nuevo no me acaba de convencer, porque es como una vicemadre que no cubre la mayoría de las tareas psicológicas relacionadas con los padres desde la noche de los tiempos. En Italia hay una palabra para referirse a estos nuevos padres, mammo, lo que indica que es un mero ayudante de la madre. Ahora el padre interviene más en el cuidado de los niños, pero la madre sigue asumiendo la gran mayoría de las tareas de la casa. El padre juega más con sus hijos y a veces se comporta como si fuera su hermano y no su padre. De esta forma, ni cumple su función de referencia y autoridad moral ni contribuye a una mayor igualdad social. Es como si fuera una segunda mamá.

-Sostiene que la figura del padre es una construcción cultural, un artificio, frente a la de la madre, que es auténtica.

-No solo lo digo yo, sino la etología humana y la antropología, particularmente Margaret Mead. El padre como principio psicológico nace de una autodomesticación, tiene que aprender a controlar sus instintos, es una construcción cultural. La madre tiene un fundamento biológico.

-¿Esa parte primitiva es la que está detrás de los casos de violencia contra las mujeres?

-Es la parte no civilizada que a veces reaparece.

-A usted no le gusta dar consejos sobre cómo debe ser un padre.

-Ofrecer demasiados consejos no es bueno. No se aprende a ser padre con un manual. Pero sí puedo decir que el padre debe tener conciencia de su responsabilidad. Cuando empecé a dar conferencias sobre la ausencia del padre, que es como se titulaban, miraba al público y había más mujeres que hombres. Ahora hay algo más de interés y menos pudor, miedo o inseguridad entre los hombres a involucrarse.

-Resta importancia al complejo de Edipo.

-Edipo mata a su padre no porque lo odie, sino porque no lo reconoce, no sabe que es su padre. No representa tanto como se ha dicho la relación padre-hijo, aunque pueda existir esa rivalidad entre ambos en la adolescencia.

-En el libro asegura que ser padre no está al alcance de cualquiera.

-Cierto. No se necesita una licencia para procrear, nos la da nuestro cuerpo, y eso es bastante peligroso.

-Habla de los padres terribles, los dictadores del siglo XX, como Stalin y Hitler. ¿Por qué surgen?

-El ciudadano medio, el padre medio, que veía que la sociedad no funcionaba acepta el fascismo y al dictador para tener orden otra vez. En teoría. Pero en la práctica no acepta a un verdadero padre proveedor que mira al futuro sino al macho alfa de la manada. Ni Stalin ni Mussolini eran buenos padres y Hitler no tenía hijos. Donald Trump tampoco es un buen padre, es un macho alfa. Barack Obama sí es un ejemplo de buen padre.

-¿Estamos en una sociedad patriarcal?

-Ya no. Después de las reivindicaciones del feminismo y de los avances democráticos, estamos en una sociedad pospatriarcal, confusa, masculinocéntrica, en la que quien está en el centro es más el macho que el padre.