Adiós a uno de los padres del proyecto genoma

SOCIEDAD

José Manuel Castro Tubío

Tuvo un papel fundamental al proponer que las secuencias fueran libres, evitando así que se pudieran desarrollar patentes

10 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

John Sulston recibió el Premio Nobel de Medicina en el año 2002 por sus aportaciones en el campo del desarrollo embrionario animal. Durante su etapa predoctoral en los años 60, pasó horas y horas pegado a un microscopio, dejándose los ojos mientras contaba todas y cada una de las células, en total 1.031, que tomaban parte en el desarrollo embrionario -partiendo de una única célula y hasta construir un organismo completo- de una especie de gusano plano llamado Caenorhabditis elegans. Se trataba de una más de las ideas locas de uno de las mentes más brillantes de la historia de la Biología: la de su director de tesis, Sydney Brenner.

El cuaderno de laboratorio de Sulston, del cual se puede encontrar copia de algunas de sus hojas en Internet, está lleno de jeroglíficos con formas circulares y números, que representaban células de Caenorhabditis en diferentes puntos de su desarrollo que Sulston observó a través de sus lentes. Entre estas formas, John Sulston identificó que algunas células se suicidaban de una forma programada, siempre en los mismos puntos clave del proceso y en todos los individuos que estudiaba. Se trataba de un proceso universal, que no solo ocurre en los gusanos planos, sino también en el desarrollo de muchos otros organismos multicelulares, incluidos usted y yo. Dicho proceso, se conoce como apoptosis, y es responsable, por ejemplo, de la formación de los dedos de su mano, entre otras muchas cosas.

Nobel junto a Sydney Brenner

Por supuesto, el descubrimiento del proceso de apoptosis, le valió a Sulton el Premio Nobel de Medicina, conjuntamente con su mentor Sydney Brenner. Sin embargo, John Sulston también es conocido en el mundo científico por otras aventuras, entre ellas ha sido uno de las piezas clave en el Proyecto Genoma Humano durante finales de los años 90, y principios de este siglo, en donde tuvo un papel fundamental al proponer y popularizar que las secuencias de nuestro genoma fueran libres, evitando así que se pudieran desarrollar patentes sobre ellas; un sistema, el de las patentes, que él consideraba dañino.

Cuando estaba en la cresta de la ola, dirigiendo uno de los centros de investigación más importantes del mundo, el Sanger Institute, Sulston supo retirarse de la primera línea de la ciencia para dirigir un proyecto llamado Población y Planeta. Su objetivo era buscar soluciones para vivir en un mundo más justo, un mundo mejor; y es que Sulston era un buen científico, pero también era un buena persona. Puedo decirles, a modo de ejemplo, que recorrió 10 kilómetros en bicicleta, con lluvia inglesa, para simplemente reunirse conmigo y charlar.

Todo esto que les estoy contando ocurrió en el 2012, cuando John Sulston tenía 70 años. Hoy nos llegó la desafortunada noticia de la muerte, acontecida el pasado Martes, y yo les he contado una parte de su vida, que el mismo me transmitió de su propia voz. 

«Todos sentimos la pérdida de un gran visionario científico»

John Sulston contribuyó a fundar en Hinxton, cerca de Cambridge, el Instituto Sanger, uno de los centros que lideran en el Reino Unido la investigación sobre genética. Fue nombrado por la reina Isabel II miembro de la Orden de los Compañeros de Honor del Reino Unido por sus contribuciones a la ciencia y la sociedad. El director del Instituto Sanger, Mike Stratton, subrayó el compromiso del científico por promover la difusión sin restricciones de los datos obtenidos en la investigación genética. «Todos sentimos hoy la pérdida de un gran visionario científico y un líder que hizo contribuciones históricas al conocimiento del mundo biológico», dijo en un comunicado.