La polución puede afectar al cerebro del feto en el embarazo

a. burgos MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Sergio Barrenechea

Un estudio vincula la exposición al aire contaminado, aun dentro de lo permitido, con la salud mental de los menores de edad

06 nov 2019 . Actualizado a las 17:57 h.

La exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo, aun dentro de los niveles considerados seguros por la Unión Europea, se asocia con anomalías cerebrales que pueden contribuir a una reducción en la capacidad cognitiva de niños en edad escolar, según un nuevo estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Erasmus Medical Center de Róterdam, publicado en la revista Biological Psychiatry.

El estudio se publica cuando las autoridades europeas deben determinar si las políticas para controlar la contaminación de ocho países (entre ellos, España) son las más adecuadas y cuando las grandes ciudades del continente están pensando en tomar medidas más draconianas para reducir los niveles de polución en los centros urbanos.

El trabajo de los dos centros de investigación muestra por primera vez una relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y dificultades en el control inhibidor (la habilidad de regular el autocontrol y el comportamiento impulsivo), lo cual se asocia con problemas de salud mental como el comportamiento adictivo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

La exposición a partículas finas durante la vida fetal se vincula con una corteza (capa externa del cerebro) más delgada en varias regiones de ambos hemisferios, lo cual constituye uno de los factores que permitirían explicar las deficiencias observadas en el control inhibidor.

Para realizar esta investigación, los científicos españoles y holandeses utilizaron una cohorte poblacional en los Países Bajos para estudiar a mujeres embarazadas y a sus hijos durante varios años y determinaron los niveles de contaminación atmosférica residencial durante la vida fetal de 783 niños y niñas. Los datos se obtuvieron a partir de campañas de monitorización del aire. La morfología del cerebro se evaluó a partir de imágenes de resonancia magnética realizadas cuando los niños tenían entre seis y diez años.

La relación entre la exposición a partículas finas, las alteraciones estructurales del cerebro y el control inhibidor se observó a pesar de que los niveles residenciales de partículas finas no excedieron los límites establecidos por la Unión Europea. Solo el 0,5% de las embarazadas estuvo expuesto a niveles considerados no seguros.