«De niña cogía el uniforme de papá»

Lucía vidal REDACCIÓN/LA VOZ

SOCIEDAD

Lucía Vidal / Emilio J. Cerviño

Acaban de cumplirse 30 años de la entrada de la mujer en el Ejército. Entonces eran apenas una treintena. Hoy son 15.000. Más de 200 están en la Brilat de Pontevedra

04 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El día empieza temprano en la base. La capitán Gregorio, que luce en la solapa de su chaqueta las tres estrellas que acreditan su rango, entra a las 7:15. Toca planificar la jornada. Apenas una hora después se ponen con la instrucción. Luego ducha y desayuno, reuniones, papeleo y todo lo demás. «Es una unidad muy ajetreada, que exige una gran forma física y mental. Nunca me aburro», asegura Gregorio. Enamorada de Galicia y del equipo con el que le ha tocado trabajar, esta oscense se ocupa de las comunicaciones, un campo en el que intervienen seguridad, táctica y tecnología. Su vocación militar le viene de familia -su padre es teniente de infantería en la reserva-. «Desde muy pequeñita ya me metía en las botas del uniforme de papá y me ponía su boina». Al principio su madre lo pasó mal. «Ella me decía ‘Hija, ¿de verdad no quieres estudiar otra carrera? Bueno, si eres feliz...’».

Tanto la capitán Gregorio como el resto de compañeros de la brigada reconocen que es una profesión dura que necesita de una gran vocación, pero también del apoyo de la familia. «No todo el mundo vale para esto», advierte. «Es un trabajo muy nómada. Vas de un sitio a otro, siempre empezando de cero, lejos de los tuyos». Gregorio recuerda con emoción su participación en dos misiones internacionales, Líbano y Afganistán. En este último país formó parte de un equipo de apoyo a la mujer: «Fue impresionante. Allí viví un 8 de marzo, con mujeres que todavía no tienen ganado un sitio en la sociedad. Con los derechos que tenemos aquí ni nos imaginamos lo que ellas no tienen». Arabia Saudí abría esta semana las puertas de su ejército a las mujeres, claro que con permiso de un tutor: padre, marido o hermano.

«Jamás me he encontrado con problemas en el Ejército por mi condición sexual»

 En España acaba de cumplirse el treinta aniversario de la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas. «Es uno de los estamentos de la sociedad donde mejor se ha aplicado la integración. Jamás he tenido un problema por mi condición sexual. Tengo muchas subordinadas a mis órdenes. Cada vez somos más y estoy segura de que veremos a una mujer general», asegura la capitana.

Para la sargento primero Villanueva, Pontevedra fue su primer destino tras salir de la Academia de León. En Galicia nacieron sus dos hijas, un origen del que presume orgullosa. 

Matrimonios en la base

«Me encanta el pulpo y el albariño». Su pareja y padre de sus niñas es asturiano y, casualidades de la vida, trabaja en la misma unidad, el grupo de artillería. «Nunca hemos tenido problema para conciliar. Procuran que no coincidamos en maniobras, para no estar los dos fuera de casa, y el horario es flexible. Yo tengo reducción de jornada. Entro una hora y cuarto más tarde que mis compañeros». Tamara hace funciones administrativas, trabaja con expedientes e información clasificada. Recién cumplidos los 40, recuerda cómo surgió el flechazo. «Estaba estudiando Empresariales -dice- cuando me invitaron a una jura de bandera. Vi a unas chicas y me dije ‘yo quiero ser como ellas’. Un año después allí estaba yo haciendo lo mismo».

La soldado Lorena Villanueva ingresó en la Brilat apenas cumplida la mayoría de edad: «El ejército es un reflejo de la sociedad y todavía reinan falsos tópicos pero tenemos las mismas posibilidades de acceder a las mismas oportunidades que ellos». Aunque cuenta con la ventaja de tener a los suyos cerca, sostiene que lo importante no es dónde, sino con quién. «El saber que el compañero que tienes al lado siente el frío como tú -asegura-o que tú le proteges y él te protege a ti... Hay momentos malos pero sales reforzado. Cuando crees que ya no puedes más, en realidad estás al 50 %». 

Jara Gregorio Ramón: «Algún día habrá una General»

Está al mando de la Compañía de Transmisiones, su especialidad. La integran 168 personas, de las cuales 46 son mujeres. Ha participado en misiones internacionales en Líbano y Afganistán. 

Tamara Villanueva Yáñez: «Siempre he podido conciliar»

Pertenece a la 2ª Sección del Grupo de Artillería, en la que también trabaja su marido. Tienen dos niñas de 9 y 6 años. Goza de reducción de jornada. Entra una hora y cuarto más tarde. 

Lorena Villanueva Méndez: «Son mi segunda familia»

De las más jóvenes que entraron en la base gallega de la Brilat, pisó la base con solo 19 años. Desde pequeña lo tuvo claro: o policía o militar. Al final consiguió la mezcla perfecta.

El 12 % de los militares de la base de la Brilat en Pontevedra son mujeres