La heroína, una «emergencia nacional» al otro lado del charco

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

JOSE PARDO

Galicia no es EE.UU., pero «no hay que cerrar los ojos»

02 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«La heroína es un grave problema aquí. Mis primos se engancharon en el high school. Hace tiempo que no los veo. No sé cómo están». I. está a punto de cumplir 27 años, nació en uno de los suburbios del norte de Chicago, en Illinois, un estado del medio oeste donde lo que ocurre en el rural no tiene nada que ver con lo que pasa en la ciudad. Su testimonio, recogido a través de una conversación por messenger, no es excepcional porque son muchas las familias que están sufriendo el estallido de un fenómeno -el aumento del consumo de opiáceos- que el pasado verano el presidente Donald Trump declaró como una «emergencia nacional». Aunque no llega al extremo de calificarlo como tal, la Oficina de la ONU contra las Drogas constató el pasado verano que había «varios indicadores que demuestran un aumento del consumo de heroína en Europa Central y Occidental, lo que quiere decir que la tendencia observada las últimas décadas sobre su descenso ha llegado a su fin». Y sobre lo que está pasando en Estados Unidos dijo ayer que es «una epidemia mortífera».

En ese contexto de aumento global del consumo de esta droga proveniente del opio -la pureza del kilo que llega a España es de en torno a un 30 %- es donde está enmarcada el alza incipiente que comienza a detectarse en Galicia, como apuntan fuentes de la Udyco. Una razón que explica la tendencia, al menos en Europa, es el incremento de la producción de opio en Afganistán, el gran proveedor de ese mercado debido al aumento de la superficie de los campos de amapola. De hecho, el año pasado marcó un nuevo récord al alcanzar las 9.000 toneladas, un 87 % más que el ejercicio anterior, como muestran los datos de Naciones Unidas. A mayor oferta, el precio es más bajo. Ese mercado genera unas ganancias de más de 1.174 millones de euros. La cantidad equivale en torno a un 7 % del PIB nacional afgano. La flor de la amapola que se cultiva en esos terrenos genera un líquido que es convertido en opio, del opio se saca la morfina y de ahí la heroína.

Lo que lleva una micra de las que se compra en las calles es otra cosa. Su pureza llega a bajar hasta un 17 %. «Un 63 % de las muestras que nos llegan a Barcelona llevan cafeína; la mitad dextrometorfano (DMX), un opiáceo sintético para la tos o paracetamol», apuntan desde la asociación ABD Bienestar y Desarrollo.

De ahí que no es un fenómeno aislado. No son tampoco para menos las advertencias que llegan desde Estados Unidos o Europa. Lo que ocurre al otro lado del Atlántico no es comparable a lo que está pasando en Galicia, donde, como explica Gerardo Sabio, de Asfedro de Ferrol, «hay recursos que impedirían que se repitiera lo ocurrido en los ochenta o noventa». Pero hay que estar alerta.

«Hay que prevenir»

Por su experiencia ha observado que lo que ocurre en Norteamérica acaba reproduciéndose en Galicia unos meses después, pero en ese caso Carmen Avendaño, presidenta de Érguete, opina lo mismo que Sabio: «La heroína es un gran problema, pero como ahora hay más recursos, los consumidores no delinquen tanto y no está tan criminalizado como antes». Por eso, es complicado que se vuelva a vivir la epidemia de los ochenta y noventa, pero advierte que «no hay que cerrar los ojos. Hay que potenciar la prevención».

Una de las diferencias entre lo que está pasando en Galicia frente a la epidemia que sufre Estados Unidos es cómo los consumidores acaban enganchándose. Desde el Instituto Nacional Contra el Abuso de Drogas (National Institute on Drug Abuse), dependiente de la administración estadounidense, reconocen que «el uso de la heroína y las muertes están aumentando de un modo dramático durante la última década. Esto va de la mano del incremento del número de personas que hacen un mal uso de los medicamentos opiáceos como la OxyContin y Vicdin prescritos para calmar el dolor. Muchas de esas personas acaban enganchándose a otras drogas no legales como la heroína porque producen un efecto parecido y resulta más barata». Añaden además que muchos adolescentes cogen recetas a familiares o amigos. También dan un dato: «El 80 % de los enganchados que están a tratamiento se han hecho adictos por medicamentos legales». En Galicia, dicen en las calles, no ocurre eso. Primero es la heroína y luego, cuando el cuerpo se acostumbra y el «globo» que produce no es tan potente, se mezcla alguna pastilla. También el riesgo es mucho mayor.