Los 834 niños que trajo la cigüeña etíope

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

En enero Etiopía prohibió por ley la adopción internacional; durante quince años fue el Estado extranjero del que llegaron más pequeños a la comunidad gallega

26 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco más de un mes el Parlamento etíope dio el carpetazo definitivo a las adopciones internacionales. El país africano ya había empezado a dificultar la salida de sus niños tiempo atrás, creando un enorme embudo entre las familias extranjeras, muchas de ellas gallegas. Aunque ya no llegarán más niños de ese estado, durante quince años fue el primer destino de adopción internacional para los padres gallegos: 834 pequeños llegaron desde el 2002 para formar cientos de familias. El segundo país con más adopciones, China, envió a 701 pequeños.

Y a lo largo de quince años se sucedieron múltiples historias personales. Como la de Paloma Rego y Roberto Valeiro, que se trajeron a Marya el 7 de febrero del 2006. En aquel momento el proceso se alargó porque se sucedieron los conflictos, pero aún así apenas sobrepasó los dos años, nada comparado con la situación actual. Paloma siempre quiso adoptar «desde pequeñita lo había pensado, y además fue algo muy curioso porque mi hija aún no estaba concedida y soñé con ella en brazos», explica. Recuerda su primer encuentro como si fuese ayer, «me acerqué despacito para cogerla, con miedo a que se asustara, la abracé y al separarse de mí le pedí una sonrisa y abrió toda la boca con una inmensa alegría», apunta. El viaje de vuelta fue complicado, porque Marya venía con problemas de salud, «pero poco a poco se fueron solucionando».

Ahora es «gallega gallega, tiene un acento además que no veas», dice riendo. Y aunque todo parece idílico Paloma lamenta los problemas que ha sufrido Marya de acoso, «porque la sociedad no es tan bonita como parece». Eso sí, «lo único que te digo es que el día que cogí a mi hija en brazos nos tocó el premio más gordo, es lo mejor que nos ha pasado en la vida», concluye.

Un proceso inevitable

Begoña Otero se trajo a su hijo Éfram de Etiopía también en el 2006. Recurrió a ese país porque la Xunta le explicó que en aquel momento este estado y China eran los más ágiles y transparentes. Asegura que el hecho de que hayan llegado más de 800 menores sí ha favorecido la organización de actividades conjuntas y la integración, pero al igual que Paloma, es franca, «el racismo está a la orden del día, por eso ahora en la asociación Menoria -de cooperación con Etiopía- hablamos mucho de las estrategias para que no te afecte y para intentar erradicarlo de las escuelas», cuenta. En su caso unos años después se trajo a Leila, de Mali. Begoña entiende que se hayan cerrado las adopciones si el país tiene capacidad de acoger a sus niños, lo que indica que la sociedad está mejor, «pero lo que sí me parece indignante es la situación en la que quedaron las familias gallegas que habían iniciado un proceso», lamenta.

Repuntan los procesos nacionales y los acogimientos en Hungría

En el año 2017 se preasignaron en Galicia 53 menores de otros países, el paso previo a la adopción. Tras años de desplome en estos procesos internacionales, en el pasado ejercicio hubo un ligerísimo repunte, con 5 procedimientos más que en el 2016, que había marcado un punto de inflexión. En estos momentos Hungría es el país del que llegan más menores a la comunidad, seguido de Vietnam. Rusia, Rumanía o Perú, que durante años fueron estados en donde había un número considerable de adopciones internacionales, han caído totalmente en el 2017.

Los dos casos más paradigmáticos son China y Etiopía. Este último, el país del que llegaron más niños, asignó en el 2009 más de un centenar de pequeños. En el 2017 fueron solo dos. Lo mismo ocurre en China, ya que mientras que en 2006 llegaron 147 pequeños, en el pasado ejercicio fueron seis. También cayeron mucho las solicitudes de las familias, y en el 2017 solo se presentaron 64, la décima parte de las registradas en el 2005.

Las adopciones nacionales han seguido una evolución muy diferente. En este caso las cifras se mantienen más estables. En el 2017 hubo un repunte considerable, al llegar a las 43 frente a las 26 del 2016. Son siempre procesos largos y desde el 2000 más de un millar de niños españoles encontraron un nuevo hogar.

Las familias afectadas por el cierre de la ECAI siguen sin solución

Los problemas económicos de una de las ECAI o entidades acreditadas para la adopción en Galicia, Addis, dieron al traste con el proceso de adopción que habían iniciado más de medio centenar de familias gallegas en Burundi y Etiopía. En este último país, al cerrarse el acogimiento de menores para extranjeros, la adopción se truncó, salvo en los seis casos en los que ya había un niño asignado, es decir, que los padres ya sabían quién iba a ser su futuro hijo. Aún en este caso, no hubo suerte para todos los progenitores gallegos. En dos de los expedientes el proceso fue archivado por resolución judicial de reagrupación familiar del niño en el propio país, por lo que las familias no tendrán a su pequeño en casa. Dos siguen pendientes todavía de lo que decida Etiopía, mientras que en otros dos casos sí hubo un final feliz.

En cuanto a los padres que habían iniciado hace años un proceso en Burundi, desde Política Social aseguran que se ha informado a las familias de las dificultades de continuar con sus procesos «y de los esfuerzos de esta Administración para intentar encontrar una vía de continuidad».

La única opción que se dio a estas parejas fue optar por otro país, pero sería hacerlo de cero y enfrentarse de nuevo a los años de espera. Del más de medio centenar, solo cinco iniciaron un proceso en otro destino.