A pesar de la censura, el movimiento #MeToo se expande en China

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Una denuncia de agresión sexual sirvió de ejemplo a otras mujeres para romper el silencio

25 ene 2018 . Actualizado a las 19:21 h.

Luo Qianqian, una estudiante en doctorado en Pekín, ha adoptado una actitud aún rara en China: publicó un mensaje en la red social Weibo acusando a su exprofesor de haberla agredido sexualmente. Lo que ella no se esperaba era que su iniciativa fue un ejemplo a otras mujeres para romper el silencio pese a la censura. Los resultados: la visualización de su mensaje por tres millones de internautas y el despido del profesor Chen Xiaowu por la universidad pekinesa de Beihang, tras una investigación interna que concluyó que acosó a varias alumnas.

Lo que luego se ha verificado fue un fenómeno nuevo. En Internet, la palabras clave #YoTambién o #YoTambiénEnChina se multiplicaron. En el mundo muchas mujeres contaron su testimonio en las redes sociales desde octubre usando la palabra clave #MeToo pero hasta ahora China había quedado al margen.

En solidaridad con Luo Qianqian, más de 50 profesores de al menos 30 universidades firmaron un manifiesto denunciando el acoso sexual. El ministro de Educación chino proclamó la «tolerancia cero» con los delincuentes sexuales y prometió un programa preventivo.

«La reacción del ministerio fue una sorpresa, porque es un compromiso a nivel estatal. Estoy muy feliz de que mi país tome por fin la delantera», declaró Luo a la AFP. La sorpresa de Luo se debe principalmente a la represión de 2015, cuando la policía de Pekín detuvo a cinco militantes feministas que querían distribuir octavillas de denuncia de la violencia de género.

En China no existe una definición legal del acoso sexual, lo que dificulta la puesta en marcha de políticas preventivas. Además es un tema delicado a nivel político. Decenas de políticos caídos en desgracia por la campaña anticorrupción lanzada por el presidente Xi Jinping están acusados de abuso de poder para obtener favores sexuales.

«Muchos funcionarios consideran a las mujeres como simples objetos sexuales», recalcó Guo Jianmei, abogada especialista en el derecho de las mujeres. «Toda la estructura de la sociedad china perjudica a las mujeres. Es casi imposible lanzar un juicio por acoso sexual porque los tribunales carecen de marco legal para tratar estos casos».

Censura

China autoriza el debate público, pero orientado por los censores, quienes, por ejemplo, suprimieron muchos mensajes con las palabras clave #YoTambiénEnChina y cerraron foros de debate. «Estudiantes que firmaron mi carta abierta sobre el acoso sexual fueron interrogadas por sus profesores», cuenta Xiao Meili, que envió el texto a su antigua universidad en Pekín.

Los medios de comunicación oficiales siguen cubriendo este caso, como el diario Global Times, que da cuenta de la censura y de las amenazas proferidas contra las víctimas. En otros países, el movimiento #MeToo causó un terremoto en círculos artísticos, en los medios de comunicación y políticos, pero en China se focaliza en las agresiones a estudiantes.

El acoso sexual es una realidad pero la pasividad u hostilidad de las autoridades disuade a las víctimas y las denuncias públicas brillan por su ausencia.