¿Una pastilla contra los kilos de más?

Dpa BERLÍN

SOCIEDAD

PAUL ELLIS | Afp

Un equipo de Singapur prueba con éxito en ratones una sustancia que transforma la grasa blanca, que almacena energía, en grasa parda, que la quema. Un hallazgo que podría abrir el camino para encontrar remedio a la epidemia mundial de la obesidad

08 ene 2018 . Actualizado a las 15:52 h.

Suena demasiado bonito como para ser cierto: investigadores de Singapur anunciaron recientemente que habían suministrado una sustancia a unos ratones a través de unos parches y habían conseguido que no engordaran pese a llevar una dieta rica en grasas y que además disminuyera su grasa corporal. La sustancia transformaba la grasa blanca, que almacena energía, en grasa parda, que la quema. ¿Ha descubierto la ciencia el remedio contra la epidemia mundial de obesidad?

Por el momento no ha llegado tan lejos, pero la idea de la transformación de la grasa es muy prometedora, según muchos expertos. Además actualmente se busca desesperadamente una estrategia efectiva contra la obesidad, cada vez más extendida, debido a sus posibles consecuencias como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. «La situación es realmente poco satisfactoria porque aún no existe un remedio farmacológico. Lo necesitamos urgentemente», dice Alexander Pfeifer, director de del Instituto de Farmacología y Toxicología de la Universidad de Bonn. «Pero el campo está en movimiento, así que algo se hará», añade.

Desde hace tiempo ya se investigan las células adiposas como posible punto de acción para una farmacoterapia. Además de las ya nombradas células de grasa blanca y parda, en el cuerpo humano existen unas células de grasa beige, que se forman de la grasa blanca y que queman energía como la parda. La idea es que si se consiguiera activar la grasa parda farmacológicamente o convertir la blanca en beige, se obtendría un medicamento contra el sobrepeso.

Tobias Fromme, catedrático de medicina nutricional molecular de la Universidad Técnica de Múnich, cree que es una idea acertada: «Esto ya funciona muy bien en pequeños mamíferos». Él y su equipo descubrieron recientemente que la cantidad de grasa parda en adultos es tres veces mayor de lo que se creía hasta ahora. Esto también ha atraído el interés de la industria farmacéutica hacia quemagrasas farmacológicos, dice Fromme.

Los expertos conocen ya numerosos mensajeros químicos que fomentan la actividad y la transformación de las células adiposas. Entre ellos se encuentran catecolaminas como la adrenalina y la noradrenalina y hormonas como el estrógeno, la testosterona y la progesterona. Además, el equipo de investigadores de Marcel Scheideler, del Instituto de Diabetes y Cáncer del Centro Helmholtz de Múnich, señalaron recientemente en un artículo que en la grasa también influyen factores de crecimiento.

Muchos de los resultados obtenidos hasta ahora se extrajeron de experimentos con animales o células animales. Scheideler y sus compañeros señalaron que, al menos en los experimentos, las células de grasa blanca humanas se podían transformar en grasa parda. «Cerca del diez por ciento de las células adiposas humanas se 'renuevan' cada año, es decir, que son sustituidas por nuevas células adiposas», explica Scheideler. «Posiblemente aquí radique la posibilidad de lograr un reclutamiento moderado de células de grasa parda en el tejido adiposo blanco mediante la inversión de las células precursoras de grasa». El principio activo responsable, miARN 26, que contiene nuestro cuerpo, ya está patentado en Estados Unidos y en la Unión Europea (UE).

La administración de una sustancia activa a través de un parche, como en el estudio de los investigadores de Singapur, tendría la ventaja de que el medicamento se pudiera aplicar directamente en la zona del problema. Además así se podrían evitar o al menos reducir los efectos secundarios. «La cantidad de principio activo en nuestro parche es mucho más baja que en una dosis oral o una inyección», según Xu Chenjie, de la Universidad Tecnológica de Nanyang. «Esto reduce los costes y el lento suministro minimiza los efectos secundarios».Sin embargo, hasta ahora aún no existen parches ni pastillas para hacer desaparecer la grasa subcutánea humana y la investigación en este ámbito aún está en pañales, destacó en su trabajo el equipo de Scheideler.

Pero quien no quiera ni hacer ejercicio ni dieta aún tiene en teoría una tercera opción para adelgazar, puesto que la actividad de las células de grasa parda se eleva con el frío. «Al menos hasta que empezamos a tiritar nuestro cuerpo genera el calor necesario activando la grasa parda», explica Fromme. Las personas que normalmente se exponen al frío a largo plazo podrían perder algún que otro kilo. Sin embargo, para la mayoría este no es un camino viable. «Desde mi punto de vista, la búsqueda de medios farmacológicos para la lucha contra la obesidad es prometedora y sobre todo sensata. Si fracasa, será por los efectos secundarios», dice Fromme. «La idea en sí de atacar estos mecanismos es muy plausible».