Investigadores de la USC y una gran destilería comprueban las aptitudes de la madera autóctona para la fabricación de los toneles en los que se envejece la bebida
27 nov 2017 . Actualizado a las 17:24 h.Más de veinte millones de litros de whisky salen cada año de la empresa irlandesa Irish Distillers. Su plan de expansión estudia duplicarlos en los próximos ejercicios. Y Galicia podría tener con ello una nueva oportunidad de negocio. «Queren amplar a compra de madeira aquí», relata Pablo Vila Lameiro, investigador del Campus Terra de la USC. Hace solo unos días su equipo de trabajo se reunió con representantes de la multinacional. Pretenden ampliar el uso del carballo gallego, que vienen utilizando desde principios de siglo, para envejecer sus destilados y estudiar las posibilidades del castaño patrio para el mismo fin. «Sabemos que aquí, en Galicia, utilizouse para os vellos bocois e o transporte do viño. Agora temos que delimitar as súas aptitudes físicas, mecánicas e tecnolóxicas para este novo fin».
Si la iniciativa prospera, se abriría una nueva vía para rentabilizar los recursos forestales. «Un destino de madeira de valor, cun prezo moi razoable e que lle daría unha boa saída aos montes».
El precedente del carballo
El interés del gigante irlandés del whisky por la madera gallega no es nuevo. En el municipio lucense de Baralla tenemos la evidencia. Un aserradero de tercera generación, Maderbar, que decidió hace casi dos décadas renovar su modelo de negocio, dirigido hasta entonces a la carpintería, para apostarlo todo por la fabricación de barricas. Le ha ido bien. Hace año y medio duplicaron su línea de producción y no dan abasto. Compran la madera en subastas, con las que fabrican las duelas que luego, en otra empresa de Jerez de la Frontera, la tonelería Antonio Páez, se convertirán en barricas. Su destino, fabricantes de whisky, principalmente en Irlanda, pero también en Escocia.
Y entre esa madera que preparan, no falta el carballo gallego. El que utilizan, por ejemplo, para un exclusivo destilado, el Redbreast, del que se fabrican anualmente solo dos mil unidades. Botellas numeradas, de reconocido prestigio, dirigidas a coleccionistas, que obligan también a Maderbar a una fabricación artesanal de esa madera. «Como mínimo, sentes orgullo. O feito de beberte un whisky do que sabes que a madeira coa que foi envellecido saíu da túa casa», mantiene su propietario, Gabriel Fernández.
Una delegación de Irish Destilers visita anualmente Baralla para analizar la evolución del mercado. Suelen preocuparse por la sostenibilidad del roble. La próxima comitiva se espera en febrero. Será entonces cuando a Maderbar le llegue otro encargo exclusivo de botellas contadas.
«Aínda que traballamos tamén no mercado do viño, a inmensa maioría da nosa produción anual vai destinada o do whisky», admite Fernández, que no esconde el pecho a la hora de situar Baralla en el mapa mundial de los destilados. «Somos un pobo moi pequeno, moi pouca xente e oxalá houbese aquí máis empresas como a miña».