Las memoriosas ovejas de Cambridge como metáfora política

SOCIEDAD

Las ovejas, convenientemente aleccionadas, son capaces de reconocer a Obama, pero tal vez la solución al ámbito político actual radica precisamente en lo contrario

13 nov 2017 . Actualizado a las 12:09 h.

Las ovejas, convenientemente aleccionadas, son capaces de reconocer a Barak Obama.

Viral y efectista sumario tras el que se oculta un estudio efectuado por neurocientíficos de la universidad de Cambridge, que acaba de ser dada a conocer, y en la cual los investigadores consiguieron adiestrar a un grupo de ovejas para identificar fotografías de rostros que previamente ya les habían sido mostradas. 

En concreto, entrenaron a ocho ejemplares a fin de reconocer a cuatro celebridades (los actores Emma Watson y Jake Gyllenhaal, la periodista Fiona Bruce y el expresidente Barak Obama) entre una galería de retratos «anónimos».

Un llamativo esfuerzo que forma parte de un programa para estudiar y comprender los entresijos de enfermedades neurodegenerativas como el mal de Huntington empleando ovejas que portan la mutación responsable de dicha enfermedad como modelos.  Elección que atiende a que estos ungulados son animales sociales, capaces de reconocer y distinguir a sus semejantes; con un cerebro relativamente grande; y bastante longevos.

Ya, bueno, ¿y que tiene esto que ver con la política mas allá de la anecdótica elección de Obama? Ahora vamos con ello. A lo peor esta investigación no consigue encontrar una cura para el mal de Huntington. Pero sí puede ofrecernos algunas claves trasladado al ámbito político actual, repleto de conflictos, enfrentamientos y enconamientos que se hacen difíciles de rumiar para el común de los mortales. Tal vez la solución pase por encontrar y contar con líderes que no sean capaces de reconocer a Obama o a cualquier otro político. Que no estén aleccionados para ello. Es decir, que no tengan filiaciones, ni ideas preconcebidas. En resumen representantes que no estén aborregados, que no se comporten como borregos.Que no «identifiquen» a su interlocutor pero que sí se sienten en una mesa con él a escucharle a fin de llegar a un punto de entendimiento.