Los gallegos, los que más acumulan un tipo de sustancias químicas persistentes

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

Productos cotidianos como sartenes, ropa o cajas de pizza contienen perfluorados

30 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De la sartén a la sangre. O de la ropa, de los cosméticos, de los detergentes, de los muebles, de las tapicerías... incluso de las cajas de pizza o de palomitas. Es el viaje que realizan las sustancias perfluoradas, compuestos químicos artificiales de fluor y carbono de gran resistencia a la degradación que se encuentran en una enorme cantidad de productos de consumo utilizados en nuestra vida cotidiana. Están por todas partes y resulta casi imposible evitar su exposición, a través tanto del agua como de los alimentos o del polvo doméstico.

Y no solo no los podemos evitar, sino que acaban acumulándose en nuestra sangre. Es lo que ha demostrado un equipo del Instituto de Salud Carlos III, que ha elaborado el primer mapa de la contaminación de sustancias perfluoradas en España a partir del análisis del suero sanguíneo de 755 adultos españoles de 18 a 65 años. Galicia es, junto al País Vasco y Cataluña, la comunidad en la que se han registrado unos valores más altos de sustancias alquiperfluoradas (PFAS, por sus siglas en inglés), mientras que los habitantes de las islas Canarias son los que presentan una menor concentración, según un estudio que se ha publicado en la revista científica Science of the Total Environment.

En este caso no es la industrialización de unas zonas la que determina una mayor presencia de compuestos persistentes con respecto a otras, aunque los investigadores tampoco han encontrado una explicación de por qué en unas comunidades los niveles son más altos que en otras.

«Los detectados en este trabajo corresponden a un tipo de contacto cotidiano, porque si se tratase de una exposición ocupacional o de algún lugar fuertemente contaminado, como una fábrica, los niveles hubieran sido mucho mayores. La población gallega muestreada tiene valores semejantes a la de Cataluña y el País Vasco», explica Argelia Castaño, coordinadora de la investigación y directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto Carlos III. «Gran parte de estos compuestos -aclara- se ingieren por la dieta o por inhalación en el interior de los hogares debido a su presencia en productos de consumo, desde tapicerías a utensilios de cocina».

Pero ¿hasta qué punto pueden llegar a ser peligrosos para la salud? Dos de estas sustancias, el sulfonato de perfluoroctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA), son sospechosas de representar un riesgo e incluso podrían ser cancerígenas a partir de un cierto nivel de concentración. Por ello fueron incluidas en el 2009 en la lista de químicos restrictivos del Convenio de Estocolmo, y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) las considera sospechosas de ser cancerígenas y de afectar a la reproducción humana.

Límites aceptables

Pero todo depende del grado de concentración de estos compuestos y, en principio, los valores detectados en la población española entrarían dentro de los límites aceptables. «Los niveles detectados en este estudio -precisa Castaño- no implican riesgos de producir efectos adversos, pero no se debe excluir esa posibilidad al 100 % y hay que mantener los sistemas de vigilancia».

En este sentido, la Oficina Regional Europea de la Organización Mundial de la Salud insta a los países, en la Declaración de Parma, a intensificar la vigilancia e investigación sobre los potenciales efectos adversos de las sustancias persistentes, bioacumulables y con efectos de alteración endocrina. «Considera -sostiene Argelia Castaño- que la vigilancia en humanos es una herramienta necesaria para la adopción de medidas de gestión del riesgo».

La Comisión Alemana de Biovigilancia Humana también considera que a partir de unos valores de concentración en el organismo que estén por encima de cinco microgramos por litro no se puede excluir con suficiente certeza la posibilidad de efectos adversos sobre la salud.