Sofía desbanca a Noa y ya es el nombre de niña preferido por los padres gallegos

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Redacción

Martín sigue siendo la primera opción para ellos, aunque el fútbol deja su huella

28 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Se remonta a la cultura clásica, con una larga historia a sus espaldas. Sofía, sabiduría en griego, es lo que todo padre desea para su hija, al menos en Galicia, donde ya es el nombre preferido por los progenitores, incluso por encima de Noa, la delicia hebrea, que reinaba en las listas autonómicas desde el 2013. Así queda reflejado en el último informe publicado ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE), relativo a los nacimientos del año pasado, en el que vinieron al mundo 280 Sofías, con lo que ya hay 4.929 tocayas de la que fue la reina consorte de España hasta la llegada al trono de Letizia y también de su hija menor, frente a 237 Noas.

Otros nombres que siguen de moda son Sara, Martina, Alba, Daniela, Lucía, Valeria, Carla y Carmen. Por el contrario, un clásico como María (todavía el más común, con más de 42.000 gallegas llamadas así) perdió fuelle y cayó ocho posiciones en la tabla respecto al año pasado, hasta el puesto 19.

Entre los varones, el más frecuente es Martín, el primero en el ránking desde hace tres años, seguido de Mateo, Hugo y Lucas. Solo un nombre nuevo se cuela en el top 10 masculino, Enzo, siguiendo el tirón que este tiene entre los rostros más conocidos del mundo futbolístico. El actual entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane, el jugador Marcelo, el exmadridista Guti o el mediocentro del Barça Sergio Busquets coincidieron en llamar a sus hijos Enzo, como también lo hicieron otras 165 parejas gallegas en el 2016, que sucumbieron a la tentación de poner a su descendencia el nombre de uno de los principales protagonistas y antihéroe de la popular serie de televisión estadounidense Crónicas vampíricas

Con acento propio y futbolero

Entre los más populares, destacan varios antropónimos gallegos, como Uxía, Sabela, Xiana, Anxo, Brais, Iago, Xoel, Roi, Lois, Breixo o Xián. Y siguen sonando con fuerza los vascos, especialmente para ellas, llamadas Leire, Aroa, Ainara o Ainhoa.

El deporte rey deja también su huella. Leo triunfa entre los hombres (hay en Galicia 1.053) y gana por goleada a los Cristianos (son 15). Aunque Iker ya no sea el portero titular de la selección española de fútbol sigue teniendo su tirón, 85 niños recibieron este nombre el año pasado, solo uno más que Thiagos, y otros 65 se llamaron Luca. La originalidad brilla especialmente cuando se trata de varones. La muestra es que hubo casi 60 Dylan entre los retoños gallegos nacidos en el 2016.

Al margen de estas modas, el peso de la tradición continúa siendo un factor determinante en la onomástica gallega. De ahí que haya más Santiagos en la capital gallega que en ningún otro concello (son 603, un 6 % de los hombres compostelanos), más Froilanes en Lugo (47 en total) y más Peregrinas en Pontevedra y en el municipio vecino de Poio (87 y 80, respectivamente).

Es por ello que ni la pujante moda de las Sofías, que curiosamente repuntaron el año en el que triunfó la canción que les dedicó Álvaro Soler, alcanza ni de lejos a la tradición juancarlista. Hay más de 11.100 Juan Carlos en Galicia, que lo mantienen en el trono de los nombres monárquicos.

«La íbamos a llamar Ana o Emma, pero un día llegó su hermana, de 4 años, y dijo que era Sofía. Y así acabó siendo»

Al principio sus padres pensaron que lo de Sofía sería algo que se le pasaría en dos días, pero no

M. Hermida

Sabiduría es lo que tiene una niña de Vilagarcía que se llama Sara y que pronto cumplirá los 5 años de edad. Sara Treviño Fernández es sabia porque supo bien cómo convencer a sus padres de que su hermana pequeña, que nació en noviembre del año pasado, debía llamarse Sofía y no Ana ni Emma, que eran los nombres que a ellos le gustaban. Se salió con la suya Sara sin pelea alguna con sus progenitores, simplemente con su insistencia. 

Cuenta toda la historia Lucía Fernández, la mamá de ambas, que empieza diciendo: «La niña pequeña se iba a llamar Ana o Emma, pero un día llegó su hermana, de 4 años, y dijo que era Sofía. Y así acabó siendo». Cuenta la madre que, al principio, pensaron que lo de Sofía sería algo que a Sara se le pasaría en dos días. Pero no. Transcurrían los meses y la niña seguía insistiendo en que su hermana era Sofía. Empezaron a preguntar a la familia «y a todo el mundo le gustaba el nombre». Así que poco a poco Ana y Enma fueron quedando atrás «y ya antes de nacer era Sofía», dice la madre.

Hay que decir que a los padres les gusta el nombre porque cumple sus tres requisitos básicos: «No se trata de un nombre compuesto, que no queríamos que lo fuese; es corto, cosa que nos gusta; y a mayores es un nombre tradicional, de los de siempre, algo que también queríamos». Así que no se habló más y Sofía fue Sofía para siempre por obra y gracia de su hermanita Sara.

A Lucía no le coge por sorpresa que el de su hija sea el nombre más común en Galicia. «La verdad es que sí que hay muchas», pero tampoco parece importarle. ¿Por qué Sara eligió Sofía como nombre para su hermana? Ese sí que es un misterio. Ni sus propios padres lo tienen demasiado claro. Podría pensarse que es por la princesa Sofía, no la de Borbón, sino la de Disney. Pero Lucía explica que su hija nunca había visto la película ni los dibujos de ese personaje. Eso sí, una vez le compraron unas pegatinas de la princesita. «Quizás le viniese por ahí la cosa o quizás lo oyese en otro sitio», señala su madre. 

Diminutivos, solo uno

De momento, a Sofía todo el mundo le llama Sofía. No hay diminuto que valga. Solo a veces se convierte en Sofi, y lo hace en boca de su hermana Sara, que le dice así cuando juegan juntas. Lucía, la madre, está contenta con la elección del nombre. Se le pregunta si es monárquica y le gusta que coincida con el de una infanta de España. Se ríe y dice: «Muy monárquica no soy».

«Non houbo ningún motivo. Puxémoslle ese nome porque lle gustou a súa nai»

La decisión de estos padres estaba muy clara desde el principio

t. taboada

Desde el momento en que les anunciaron que serían padres de una niña, Virginia y Juan lo tuvieron muy claro. Nada de andar dando vueltas y de inspirarse mirando continuamente los míticos libros de nombres de bebés para elegir el de su futura pequeña. Ellos lo tenían muy claro. Su hija se llamaría Sofía

No primó en esta elección un criterio monárquico o histórico. Tampoco se dio aquí lo mítico de tener una mejor amiga con ese nombre o conocer a una Sofía buena, guapa y simpática, y de ahí el nombre de su pequeña. Aquí lo único que se tuvo en cuenta a la hora de tomar la decisión fue el gusto de su madre. «Non houbo ningún motivo. Puxémoslle Sofía porque lle gustou a súa nai», manifestó Juan Neira, padre de la niña.

Virginia y Juan contrajeron matrimonio hace unos meses y en marzo de este año fueron padres por primera vez. No les extraña que el nombre de su hija se encuentre entre los preferidos y desbanque al de Noa. «Ten un gran significado e soa moi ben. Ademais, no noso caso, combina perfectamente cos apelidos e sobre todo é un nome que transmite algo especial e dá boas vibracións», explica Juan Neira, que añade que el hecho de que su significado esté relacionado con la sabiduría es algo muy positivo. 

Hija única

La pequeña Sofía vino al mundo el pasado día 2 de marzo. Actualmente tiene ocho meses y por ahora es hija única. Reside a caballo entre la capital luguesa y el municipio lucense de Becerreá, donde sus padres tienen sendas viviendas. Es la única de la familia con este nombre y es la alegría de vivir de toda esta familia. «Por agora temos a Sofía e tamén é a única que hai na familia. Máis para diante xa se verá se vamos a polo segundo e lle damos un irmanciño», indicó su progenitor, que a pesar de que le tocaría elegir el nombre, no tiene ninguno en la recámara.

Actualmente, tanto la familia de Juan como la de Virginia le llaman a la niña Sofía. Algo que también hacen los amigos del matrimonio. «Queremos que lle chamen Sofía. Nada de Sofi nin de Sofiíña», cuenta su padre, quien considera que la elección del nombre de los hijos es una cuestión muy especial y fundamental a la hora de tomar la decisión, puesto que es algo que llevarán toda la vida.