El «veroño» retrasa la temporada de setas en Galicia y amenaza la campaña

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CARLOS RUEDA

La falta de lluvias en los últimos meses ha impedido que los montes den fruto

13 oct 2017 . Actualizado a las 22:09 h.

«Estamos en el peor momento para las setas. Se ha agotado la reserva por la falta de humedad y los pocos hongos que crecieron están secos, acartonados, al menos en la zona sur de Galicia». Así de crudo pinta el panorama el ingeniero agrónomo y presidente de la asociación micológica pontevedresa Brincabois, Jaime Blanco Dios, a pesar de que el pico para la recogida tendría que ser por estas fechas. El veroño ha retrasado una temporada que, en líneas generales, está siendo especialmente floja. «Casi ni empezó en algún sitio. Este año ha sido el peor otoño del último lustro y, aunque lleguen las lluvias en noviembre, la campaña ya es irrecuperable. Podremos maquillar el resultado si no hay heladas, pero los números no van a dar. Solo se encuentran especies que no tienen valor económico y las cantidades que salen son anecdóticas», aventura Blanco Dios.

Explica que el Boletus edulis, una de las setas más comercializada y valorada en el mercado por su tamaño, porque es la especie que más kilos genera en Galicia (cada una puede pesar entre 300 y 500 gramos), solo se ha podido recoger durante un par de semanas. «Es una seta lenta, necesita entre 13 y 15 días después de que llueva para poder ser recogida y, salvo que venga un milagro, un San Martiño y un veranillo de San Martiño luego, va a ser difícil conseguirla en la mitad sur de la comunidad autónoma», señala.

Lo mismo sucede en el interior de Lugo. Los hongos comestibles ni están ni se les espera. «La sequía es muy grande y la presencia de setas escasa. Las que hay están muy deterioradas por el calor, porque no ha habido varios días de lluvia desde que empezó el verano. En general, hay poco y en mal estado», indica Julián Alonso. El presidente de Lucus, un referente para la micología en la zona, comenta que «los otoños son cada vez menos predecibles por el clima y la tendencia de los últimos años es que el verano se extienda: si antes teníamos más abundancia entre mediados de septiembre y de diciembre, ahora nos encontramos con octubres como este, en el que hay muy poquitas setas y no aparecen hasta noviembre o diciembre».

El origen del problema

La doctora en Biología y directora del Laboratorio Micológico de Vigo, Marisa Castro, explica las causas: «O retraso vén provocado, entre outros factores, polo cambio climático e a contaminación do planeta, que está deixando veráns moi quentes e poucas precipitacións. O que dure a seta no campo vai depender do frío, porque en canto haxa xeadas fortes desaparece».

Es una situación, dice la experta, que viene notándose en el monte gallego de forma palpable en el último decenio. El resultado es que cada vez hay menos setas silvestres comestibles, no solo por las inclemencias meteorológicas, también porque se recogen mucho más. «Hai datos que demostran que as cantarelas e os boletus, dúas das especies máis valoras, están minguando».

¿Pueden llegar a desaparecer? «É moi difícil cuantificar a produción de setas e máis saber o que vai suceder no futuro. Os organismos teñen tendencia a defenderse e adaptarse ao medio. O que si parece é que a cantidade vai seguir decrecendo», afirma Marisa Castro.

Donde menos se está dejando notar la falta de setas es en las zonas costeras, que se han convertido en el último reducto esta temporada para la recolección, al tener un régimen de humedad completamente distinto al interior de Galicia y un clima mucho más suave. En la Costa da Morte, por ejemplo, las lluvias de la segunda mitad de septiembre sirvieron para que empezaran a brotar, aunque «ahora se frenó la situación otra vez. Las altas temperaturas y el viento del nordeste secan mucho», indica José Manuel Castro Marcote, estudioso de este campo y presidente de la Asociación Micológica-Naturalista Pan de Raposo.

«El mejor mes de los últimos años está siendo noviembre, por lo que yo no daría la temporada por perdida. En la costa no bajan mucho las temperaturas y eso juega a nuestro favor», subraya Castro. Con todo, «si no empieza a llover ya, la situación va a ser difícil de salvar», concluye.

Mirando al cielo también están los aficionados a la micología en el resto del litoral gallego, en donde todavía no dan la batalla por perdida. Y en Compostela y su entorno muchos ya consideran que la temporada es insalvable. Aunque siempre hay algún valle, con microclima propio, donde se obra el milagro, en la mayor parte de los montes de la zona no han visto caer una gota desde mayo -al menos no lo suficientemente importante como para que acabe calando en el sustrato- y buscar setas a estas alturas es casi una misión imposible.

Brote de especies nunca vistas y ni rastro de las de siempre

La búsqueda de setas, una afición en auge en Galicia, es siempre una aventura nueva, pero especialmente en los últimos años. El cambio climático empieza a tener sus efectos en los montes. A estas alturas casi han desaparecido por la sequía en muchas zonas las cantarelas (cantharellus cibarius), antes las reinas del campo con la llegada del otoño.

Sin embargo, la subida de las temperaturas está haciendo aparecer de forma habitual en Galicia especies comestibles propias del sur peninsular, como el gurumelo (amanita ponderosa), que únicamente se daba en Huelva, el Algarve y Alentejo, constata la directora del Laboratorio Micológico de Vigo. «É probable que xa estivera ahí, pero polas condicións meteorolóxicas non frutificaba», apunta.