Rita L. Segato: «Creo que el Estado es irrevocablemente patriarcal»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

La antropóloga afirma que las agresiones feminicidas aumentan en número y en crueldad

11 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La reputada antropóloga y feminista Rita L. Segato (Buenos Aires, 1951) fue la encargada de la conferencia inaugural de la jornada Ciberacoso: violencia de xénero e mocidade que organizó el Consello da Cultura Galega.

-El título de su charla fue nuevas formas de violencia contra la mujer. ¿No es la misma violencia con otras herramientas?

-No, yo creo que hay una historia de la violencia y tenemos pendiente pensarlo más seriamente. Hay una subordinación de la mujer que acompaña a la historia de la especie pero que ha ido cambiando con el tiempo. Yo hablo de una discontinuidad de la historia de las guerras, caracterizadas por la toma de territorios y la toma de los cuerpos de las mujeres como territorios. Pero en las guerras del presente, en las nuevas formas de la guerra -las maras, las mafias, las guerras tribales del Congo-, hay no solamente ese secuestro del cuerpo femenino, también la destrucción de ese cuerpo hasta la muerte, la tortura, el martirio sexual. Y me apoyo en la jueza Elisabeth Odio, que dice que en los relatos de los crímenes sexuales de la guerra de Yugoslavia se usó una crueldad mayor que en las otras guerras. Ves un cambio de las formas de violencia feminicida no solo en el aumento del número, también en la forma de la crueldad.

-En este país mueren cada año unas 50 mujeres por la violencia machista. Pero aquí no hay guerra.

-Todos son crímenes de género, marcados por la posición y el significante que es la mujer en la sociedad. Pero para estudiar el fenómeno es indispensable separar los crímenes relacionales de los que el agresor no conoce a la víctima. Sí hay un aumento en todos ellos, de la incidencia y la crueldad. La progresiva nuclearización y el encapsulamiento del espacio doméstico en la intimidad vuelve a la mujer cada vez más vulnerable. Pensamos que la modernidad ha traído grandes ventajas para la mujer pero estamos equivocados, porque la mujer donde muere es en ese espacio clausurado de la intimidad. Nadie ve lo que le pasa. Y no son todas las que tienen el coraje, la valentía o hasta la desvergüenza de contar lo que les pasa. Siempre tienen una esperanza de que de alguna forma va a mejorar, y a veces termina muy mal.

-Decía que se ha legislado por la igualdad pero que las mujeres no nos podemos fiar del Estado.

-Exactamente. Creo que el Estado es irrevocablemente patriarcal, constitutivamente patriarcal por esa gestión a distancia que se basa en una fracción de igualdad de un sujeto que es enunciador de verdades universales, de interés general, y luego sus otros: las mujeres, las personas sexualmente no normativas, los negros... esos son los otros. Esa marginalización de una gran parcela de humanidad es lo que acaba siendo nuestra condena, por más que haya leyes, porque manan de ese espacio estatal.

-¿Las nuevas tecnologías fomentan un «mandato de masculinidad» incluso más violento?

-Si tenemos una fe irrevocable es en el presente, en esta propuesta de mundo moderno. Pensamos que los hombres son humanizados por las leyes y no es verdad, si no de dónde salen tantas agresiones. Y el mandato de masculinidad es algo que lleva a la agresión, porque es un mandato de potencia, de control del mundo, de poder. Para ser un hombre tienes que tener poder sobre algo, sobre alguien. No hemos conseguido desmontar ese circuito simbólico. ¿Qué pasa con el ciberacoso? Hay violaciones que se pasan en las redes sociales, es una violación multiplicada, en la que participa toda la sociedad. Eso es también el mandato de masculinidad, pero amplificado por la red. Esos hombres están legitimándose unos a los otros y amplificando esa corporación.