Popeye, Cárdenas y la geoingeniería

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

HANDOUT | AFP

La comunidad científica ha denunciado a «Hora punta», el programa de Cárdenas, por la difusión de informaciones pseudocientíficas

01 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La comunidad científica ha dicho basta a Hora punta y a su presentador, Javier Cárdenas. La asociación de periodistas de ciencia ha decidido pasar a la acción y ha denunciado ante el defensor del Espectador de RTVE al programa por la difusión de informaciones pseudocientíficas. El último disparate que ha lanzado a la audiencia, en horario de prime time, ha sido que los huracanes Harvey e Irma fueron creados por el ser humano. Para sustentar esa teoría, mostró las declaraciones de un químico estadounidense que aseguraba que en las imágenes de los satélites se podían observar patrones que indicaban que habían sido fabricados a partir de una «pulverización de aerosoles». Para rematar la faena, invitó al plató a un miembro de la plataforma Salvemos la Biosfera, que defiende entre otras cosas, que las estelas de los aviones sirven para fumigar a la población. El invitado, tratando de justificar que la manipulación climática es posible, recordó que existe un documento que prohíbe el uso de la meteorología con fines bélicos.

Se refería a la Convención sobre la Modificación del Entorno, un tratado aprobado en mayo de 1977 en la Asamblea de Naciones Unidas tras hacerse públicos los archivos de la operación Popeye llevada a cabo por Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. El Gobierno americano quería inundar los caminos y ríos que usaba el ejército vietnamita para mover tropas y suministros. Para ello, trató de prolongar la temporada de monzones mediante la siembra de nubes. Se estima que entre 1967 y 1972 hubo más de dos mil vuelos que sembraron 47.000 nubes. Pero a día de hoy los científicos siguen cuestionándose la eficacia de aquella operación.

Sembrar una nube es posible incorporando ciertas sustancias, como el yoduro de plata, que favorece que una gota aumente su tamaño lo suficiente como para caer por efecto de la gravedad. Esto es algo que hacía a menudo la antigua Unión Soviética en los grandes desfiles de la plaza Roja. Pero solo es útil con determinadas nubes, medias y altas, y no tiene ningún efecto sobre grandes sistemas atmosféricos como una borrasca o un huracán, cuyas dimensiones alcanzan los miles de kilómetros.

A todo esto habría que añadir que los más interesados en poder intervenir en la evolución de un ciclón tropical son los países que sufren sus impactos. Estados Unidos ha investigado mucho en ese sentido y no ha conseguido nada. Algunas líneas nuevas de investigación tratan de atacar al huracán durante su formación, cuando es más vulnerable.