Frank Caprio, el juez octogenario que se convirtió en estrella de Internet por su humanidad

La Voz

SOCIEDAD

El magistrado se hizo famoso al protagonizar «Caught in Providence», un programa en el que se exponen sus casos más curiosos

07 ago 2019 . Actualizado a las 14:21 h.

Frank Caprio es un juez de Providence, Estados Unidos, de 80 años de edad, que se hizo famoso al protagonizar «Caught in Providence», un programa de televisión donde se exponen sus casos más curiosos y en los que él aplica la ley desde un punto de vista más flexible y humano. Aunque se ocupa de faltas menores como infracciones de tráfico, su empatía y convicción por interpretar la ley desde una perspectiva diferente, le han dado notoriedad y lo han convertido en toda una estrella en Internet.

Al ver cómo era su comportamiento -así como la curiosidad que esto podía despertar en el público-, su hermano Joseph Caprio comenzó a filmar las sesiones del magistrado hace aproximadamente 20 años. Y a partir de entonces, su fama ha ido creciendo. El juez Frank Caprio, en la actualidad, protagoniza la serie documental «Caught in Providence», que se emite por ABC6-WLNE. Es necesario destacar que nada de lo que ocurre en dicho espacio es fingido o ficticio. El show está grabado con el consentimiento de los comparecientes y en el caso de que alguno no desee salir en televisión, dicho caso queda excluido.

Una de las sentencias que más revuelo creó fue la de Sarah, una conductora que había sido multada por estacionar en una zona dos segundos antes de que se pudiese hacerlo. Para ser más concretos, el aparcamiento estaba permitido a partir de las 10:00 y ella había dejado su vehículo a las 9:59:58. Con humor, Caprio preguntó: «¿Qué dice la Justicia para estos casos? ¿La cárcel?». Ante la respuesta del tribunal, que comenzó a reír, el juez le dijo a la mujer que marcharse irse a su casa, alegando que «era una cuestión de pocos segundos» y que por lo tanto se trataba de usar «el sentido común».

Pero el caso más conmovedor tuvo lugar, sin duda, en marzo. En principio, parecía ser una simple historia de una mujer que habían multado por una infracción de tráfico, pero detrás de esto existía la historia de una mujer que había perdido a su hijo. «A mi hijo lo mataron el año pasado. Dijeron que él debía 75 dólares de intereses desde mayo de 2016. Sin embargo, él ya estaba muerto en ese momento. Entonces lo que hicieron fue frenar mis cheques hasta que yo no fuera hasta allá a arreglar el problema. Fui, y cuando salí tenía una multa por mal estacionamiento», explicó Andrea. La suma que tenía que pagar por dicha infracción eran 400 dólares, pero ella no era capaz de llegar a esa considerable suma.

La mujer, ante el silencio del juez que la escuchaba atentamente, continuó: «Yo tuve un año muy duro, su señoría. Recibo un subsidio por discapacidad y no tengo los 400 dólares para darle. Realmente no los tengo. Yo solo trato de conseguir dinero para un nuevo departamento. Todavía sigo pagando el funeral de mi hijo. No sé de dónde sacar esa cantidad de dinero», explicó entre sollozos, antes de repetir con pesadumbre: «Simplemente estoy viviendo un momento duro, su señoría».

Fue en ese momento cuando el juez alzó la mirada y le dijo que comprendía el trauma que podía estar viviendo. Además, continuó indicando que equilibraría lo delicado que era su caso con los intereses de la ciudad. «Voy a tomar en consideración la horrorífica historia que nos contó relacionada con su hijo. No creo que nadie en su vida pueda experimentar algo así», manifestó. A esto, ella respondió que era «el peor sentimiento del mundo» y que se sentía muy «vacía».

Fue entonces cuando Caprio decidió reducirle la multa a 50 dólares. Pero antes de dictar sentencia, le preguntó cuánto tiempo necesitaría para pagarla. Andrea le respondió que tenía esa cantidad en ese momento, pero el juez no estaba convencido. «Si paga, ¿eso no la dejaría sin dinero?», indagó él. «Me iría de aquí con 5 dólares», respondió Andrea. Solo entonces el funcionario tomó una decisión definitiva. «No voy a permitir que se vaya con 5 dólares. Voy a olvidar todo», sentenció.