No todos los petroglifos son obra del hombre, también los crea la geología

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

UDC

Un estudio revela que las combinaciones circulares son de origen magmático

21 ago 2017 . Actualizado a las 08:04 h.

Figuras humanas, de animales, de armas, esvásticas, cruces, laberintos, espirales, combinaciones circulares de todo tipo, cazoletas, espirales... Son la huella impresa en las rocas graníticas de Galicia del hombre prehistórico, una de sus manifestaciones artísticas más palpables que ha perdurado a lo largo del tiempo con una amplia representación de ejemplos repartidos por toda la comunidad y el norte de Portugal. Pero, ¿son todos los grabados obra del ser humano? Sobre los dibujos más elaborados no hay dudas. Son de indudable factura antrópica, pero las combinaciones circulares, cazoletas, serpentiformes o espirales ofrecen más dudas. Es más, es probable que su origen sea geológico y, como mucho, fueran reutilizadas por los pobladores primitivos. Son estructuras magmáticas creadas cuando las rocas plutónicas, enfriadas y cristalizadas lentamente en la superficie de la Tierra, emergen hacia la superficie. Es la tesis de un equipo del Instituto Universitario de Xeoloxía Isidro Parga Pondal, de la Universidade da Coruña, y de la Universidade de Aveiro tras el estudio de doce petroglifos localizados en Obsedo, en el parque natural de Peneda-Gerês, en el norte de Portugal.

Procesos naturales

«Hay estructuras que se atribuyen a la acción humana por ignorancia, cuando en realidad se trata de procesos naturales. En algunos casos, el diseño es puramente geológico, y en otros es posible que fuera reutilizado como patrón», constata Juan Ramón Vidal Romaní, director del instituto de la UDC, que fue requerido por sus colegas portugueses para arrojar luz en una investigación en la que las piezas no encajaban. Ahora tiene la respuesta. El mismo origen es atribuible a otras formaciones gallegas de similares características, en realidad geoglifos, como la espiral de Laxe da Ferrada, en Antas de Ulla, o el Gran Tetón, en el Baixo Miño. Pero lejos de restar mérito a los antiguos pobladores del noroeste peninsular, en el estudio se destaca «el interés del hombre prehistórico para utiliza las estructuras de origen exclusivamente magmático como patrón o plantilla para realizar sus petroglifos, o al menos para asociarlos a sus diseños de clara factura humana». Este hecho, a juicio de los investigadores, revelaría que «no solo el conocimiento geológico del hombre prehistórico era especialmente preciso, sino su elevada capacidad de abstracción y de observación del medio rocoso».

Chimeneas

Pero, ¿cómo se crearon estas formaciones geológicas? Hasta hace poco se asumía, de forma equivocada, que los cuerpos magmáticos atravesaban la litosfera, al igual que asciende un globo aerostático en la atmósfera. Pero esto se ha demostrado que es físicamente inviable, ya que implicaría un desplazamiento de una masa rocosa sólida, o aún fundida, a través de la litosfera, la capa más superficial, también sólida. El trabajo, por el contrario, explica que «lo que en realidad ocurre es que el magma se desplaza siguiendo fisuras o canales (chimeneas) formadas durante el movimiento de las platas litosféricas. El material que circula a través de estos canales no está fundido, es un mush, masa en estado casi sólido, aunque contenga una fracción residual fundida entre un 5 % y un 20 % que le confiere gran deformabilidad cuando está sujeta a esfuerzos». Luego, en la etapa de intrusión, cuando la masa magmática se infiltra entre los sustratos sólidos para salir a superficie, lo hace a través de estas fisuras predefinidas. «La consecuencia de este movimiento -concluye la investigación- es la generación de estructuras fluidales de origen magmático endógeno, es decir, formadas en el interior de la tierra». El proceso termina con la consolidación total del mush como una roca plutónica, el granito. Y lo hace con las formas circulares o espirales que tradicionalmente se han asociado a los petroglifos.