«En 1995 tomaba 25 pastillas contra el VIH, ahora me bastan solo cinco»

mateo casal / r. r. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Álvaro Ballesteros

Los primeros antirretrovirales contra la enfermedad cumplen treinta años

15 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Al principio se nos morían uno detrás de otro. Era una tragedia», recuerda José D. Pedreira, ex coordinador de la unidad de sida del Chuac. Corrían los años 90 y los primeros enfermos de VIH en Galicia no tenían esperanza. Estaban condenados a la muerte porque los medicamentos no hacían efecto. En esa misma década, en 1996, a Ana le diagnosticaron el sida. Estaba destinada a morir, por lo que fue franca con su médico: «Dígame, por favor, '¿cuánto me queda de vida?'». El doctor le respondió que alrededor de diez años. Han pasado veintiuno y esta catalana, coruñesa de adopción, ha cumplido 50 años. Está en plena forma: «Estoy feliz porque del VIH nadie se va a morir. Y todo gracias a cómo ha evolucionado la medicina».

Según cuenta el doctor Pedreira los primeros años fueron una lucha heroica. Veía que cuando un enfermo entraba en el hospital, tardaba mucho en salir o ni lo hacían. Era un brote constante y diario de infecciones nuevas. Para el personal sanitario, verlos resultaba un sufrimiento terrible.

A esto había que sumar la corriente contraria a los tratamientos. «Médicos e incluso personalidades científicas decían que no se debía. Y en parte no les faltaba razón», dice con pesar. Los efectos secundarios eran terribles: vómitos, diarreas, anemia, alteraciones en la constitución como bolsas de grasa... «Y al final era por durar un mes más. El tratamiento era dudoso incluso para los médicos».

La situación ha cambiado completamente. De caer como moscas -el actor Rock Hudson murió en 1985- a llevar una vida plena gracias a unos medicamentos: mucho más efectivos, que además de ser administrados en dosis únicas, no tienen efectos secundarios.

Luis, nombre ficticio de un enfermo de VIH que no quiere revelar su verdadera identidad para que no afecte a su vida laboral, lleva tomando medicamentos desde 1995. «Entonces no había mucha información. Tomabas aquel cóctel porque era lo que te decían los médicos. Empecé con 25 pastillas diarias, hoy solo tomo cinco. Apenas tengo efectos secundarios».

Tampoco los tiene prácticamente Félix, de 55 años. Como Luis, tampoco quiere decir su verdadero nombre. «Solamente llegué a tomar un máximo de tres pastillas diarias. Me libré de algunas que tomaron mis amigos que te dejan la cara de cadáver», cuenta, incidiendo en que su aspecto es el de una persona sana. «La gente cree que estás pensando siempre en la medicación pero no es así. Si estoy entretenido tengo que tener cuidado porque me olvido», dice el paciente.

José Pedreira confirma que los medicamentos actuales casi no tienen efectos secundarios. Y esto lo agradece enormemente Ana. Lo único que le gustaría es que pudieran recogerse en las farmacias cercanas, no tener que ir a la del hospital.

Habla de cómo durante 15 años tuvo que tomar fármacos mucho más duros que los de ahora. No recuerda su nombre, pero tenía que estar siempre en la nevera, por lo que ni siquiera podía ir a la playa. «Eran como bombas que me destrozaban el estómago y me producían fuertes dolores de cabeza. Y así durante quince años», cuenta contenta por no tener ya que tomarla.

Durante los últimos treinta años todo ha cambiado por completo. Como explica el ex coordinador de la unidad de sida del Chuac, al principio solo trataban a los que estaban peor, con las defensas muy bajas. Ahora a todos los pacientes que tienen VIH. «Conozco a enfermos con 25 años de enfermedad que viven perfectamente, igual que tú y que yo», narra. Actualmente en A Coruña hay unos 1.000 pacientes en tratamiento y casi ninguno muere. Por ello, resalta: «Los enfermos de VIH tienen una esperanza de vida un poco menor que la población, pero es casi imperceptible».

Este brutal avance médico tambien deriva en el cambio de mentalidad en los nuevos pacientes. Hace unos meses un sobrino de Ana contrajo la enfermedad. Cuando se lo dijo la semana pasada, ella se quedó en shock. Pero él estaba tan tranquilo. «No es consciente de lo que tiene. Piensa que es como tomar una aspirina al día y ya está. No sabe por lo que yo pasé».

Un futuro esperanzador: inyecciones mensuales y la cura cada vez más cerca

Las dificultades que conllevan erradicar este tipo de enfermedades son tremendas. Pese a ello, la medicina avanza a pasos agigantados y las mejoras son muy positivas, beneficiando directamente a los pacientes.

Una de las grandes ventajas de las nuevas pastillas es que al negativizarse el virus impide que se contagie la enfermedad. «Estas nuevas pastillas desarrolladas a partir del 2007 no solo son efectivas en el tratamiento, sino en evitar la aparición de nuevos casos», resalta el José D. Pereira.

A esto hay que sumarle un horizonte cada vez más cercano. Los expertos adelantan que en unos años las dosis diarias quedarán atrás. Se suministrarán inyecciones cada mes y medio o dos meses, por lo que el paciente puede olvidarse de esa medicación rutinaria. Algo inimaginable para personas que llegaron a tomar veinte pastillas diarias.

Una vez conseguido este reto, como salienta el doctor José Pedreira, solo queda la curación. «Parece que cada diez años se consigue un gran paso médico en temas de VIH. A ver si conseguimos curarlo en menos». Los enfermos están esperanzados con llegar a poder curarse, pero no saben si lo podrán vivir de primera mano. Pese a ello, Pedreira es optimista: «Pasó lo mismo con la hepatitis, que pensábamos que no la curábamos y lo conseguimos». Félix considera que el camino hasta conseguir la cura es muy largo. «Yo creo que a las farmacéuticas no les interesa porque es mucho dinero el que se mueve con esto». Por su parte, José Pedreira no está de acuerdo. «En el mundo científico si tu curas una cosa barres todo interés».

Explica que la industria farmacéutica perderá, ya que los pacientes se curarían, pero la medicina curativa será un negocio tremendo. Por ello, no tiene duda en se conseguirá más pronto que tarde una cura, como ha ocurrido antes con otro tipo de patologías.

Cronología de la enfermedad

1981

Descubren el primer enfermo de VIH. Los primeros casos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) fueron detectados en Los Ángeles. Cuatro meses después fue hallado el primero en España. Fue en el Vall de Hebrón.

1984

El sida llega a Galicia. Fue diagnosticado por primera vez en el Chuac (A Coruña).

1987

Primer tratamiento a pacientes gallegos. Empieza a suministrarse un nuevo fármaco llamado Zidovudina o AZT. Los enfermos tomaban en torno a 18/20 pastillas diarias. Su vida se alargaba como mucho unos seis meses.

1992

Un nuevo medicamento. Aparece una pastilla novedosa llamada DDT. Los pacientes la combinan con el AZT. De este modo, los enfermos mejoran, pero ello no frena la alta mortalidad hasta la fecha. Producen fuertes efectos secundarios.

1996

Inhibidores de proteasa. Gracias a este medicamento, los enfermos sobreviven.

2007

Pastilla única. Comienzan los tratamientos de una dosis. Es cuando la enfermedad pasa definitivamente a considerarse crónica. También quedan prácticamente anulados los efectos secundarios que provocaba la medicación anterior.

2018-2019?

Inyección cada mes y medio. Los expertos en esta materia pronostican que en los próximos años los pacientes se podrán medicar con inyecciones. Éstas se suministrarían cada seis semanas y sustituirían la ingesta de pastillas diarias.