¿Los granjeros no sabían realmente que el producto que usaron para los huevos era ilegal?

Elmar Sthepan HANNOVER / DPA

SOCIEDAD

KRISTOF VAN ACCOM | Afp

Aunque el fipronil no fue suministrado en la comida, el mero hecho de haber impregnado los gallineros con la sustancia ha provocado que el insecticida se cuele en el organismo de las aves a través de la piel

11 ago 2017 . Actualizado a las 13:49 h.

Prohibido para uso agrícola en el 2013 en toda la UE -en el registro de productos fitosanitarios del Ministerio de sanidad ni aparece-, esta sustancia únicamente está permitida, desde los años noventa, como insecticida de uso veterinario. Pero solo para acabar con las garrapatas o pulgas de perros o gatos, no para animales destinados a consumo humano, como es el caso de las gallinas ponedoras de Holanda, Alemania y Bélgica. Entonces, ¿de qué modo llegó el fipronil a las yemas de los huevos? Aunque no fue suministrado en la comida, el mero hecho de haber impregnado los gallineros con esa sustancia para lograr su desinfección ha provocado que el insecticida se cuele en el organismo de las aves a través de la piel. También porque ellas mismas pudieron ingerirlo al comer del suelo. Es lo que cuenta un experto en Farmacología de la Escuela Superior de Veterinaria de Hannover, Manfred Kietzmann. Explica que el producto se acumuló en las células encargadas de la formación de la yema, los folículos. Porque el fipronil está concentrado en las yemas. La capacidad que tienen estas de acumular sustancias ajenas al animal es la razón por la que los medicamentos que pueden administrarse a las aves ponedoras son muy limitados.

Al parecer, en Alemania y Holanda hubo muchos agricultores que usaron Dega-16, una sustancia homeopática que contenía el producto de forma ilegal. Los granjeros no lo sabían. Acudieron a él porque era muy efectivo en la lucha contra el temido ácaro rojo, un pequeño bicho que puede provocar la muerte por anemia.

Para tratar este ácaro hay cuatro productos autorizados, como explica Dieter Schulze, de un grupo veterinario de Sajonia. Tres de ellos llevan en el mercado varios años. Por eso su eficacia ha ido mermando, porque los ácaros han desarrollado una resistencia a ellos. Hay otro producto, spinosad, que tiene un buen efecto, pero el problema es su precio elevado. Por ello, solo suele ser usado en casos puntuales, no para desinfectar gallineros completos.

Otro de los métodos que da buen resultado en Alemania es rociar las granjas con dióxido de silicio. Lo que ocurre es que al llegar nuevas gallinas con el ácaro, la granja vuelve a infectarse. Aplicar el tratamiento requiere despejarla de nuevo. De ahí que muchos granjeros acabaran confiando en el efecto del Dega-16.