El alquiler vacacional desbanca al tradicional en áreas con tirón turístico

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

XOÁN A. SOLER

Santiago censará los pisos turísticos para evitar ilegalidades como las de Barcelona

22 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El alquiler vacacional empieza a desbancar al tradicional en las áreas de concentración turística de las ciudades con gran atractivo para los viajeros. La batalla emprendida en Barcelona contra las plataformas como Homeaway o Airbnb -anteayer formalizaron una tregua tras comprometerse esta última a retirar en un mes las viviendas que no tenían licencia- es la prueba indirecta de una tendencia al alza motivada por la mayor rentabilidad del arrendamiento para el turismo. Entre sus consecuencias está la proliferación de un mercado paralelo de realquileres que, según normativas como la catalana, no cuentan con respaldo legal.

Aunque en Santiago, la ciudad gallega con el volumen de viajeros más elevado, no han recibido ninguna denuncia relativa al realquiler de viviendas para turismo como en Barcelona, el concello ha empezado a dar pasos para que el problema no se dé en el futuro. De momento, como adelantó el Gobierno local, prepara un censo de viviendas turísticas que prevé acabar «en outono» para evitar fraudes o problemas como los detectados en los últimos meses en la ciudad condal.

La nueva ley que regula los pisos turísticos en Galicia prohíbe el alquiler por habitaciones porque, en ese caso, el que lo haga debe darse de alta como pensión. Con todo, el Gobierno gallego reconoció en su día que hay un vacío legal en los casos donde el arrendatario vive también en la casa. En el supuesto de las viviendas completas han de darse de alta en un registro.

El Gobierno local compostelano prepara un mapa para ubicar exactamente dónde está cada una. Otro objetivo: frenar que los vecinos abandonen el casco histórico. ¿Cómo? Ampliando un año más la moratoria que suspende las licencias para actividades turísticas en el ciudad vieja. 

Polémica de los realquileres

En Barcelona fue la denuncia de una propietaria la que desató la polémica en los medios. El pasado mes de junio la mujer se vio obligada a alquilar su piso en el barrio de la Barceloneta a través de la plataforma Airbnb para poder recuperarlo. Lo había arrendado como vivienda normal, hasta había puesto en el contrato que no estaba permitido el realquiler. Pero resultó que su inquilino no lo quería para vivir. Solo pretendía sacar tajada con el turismo.

El Ayuntamiento de Barcelona, como adelantaron fuentes municipales, detectó entre julio del 2016 y el 1 de junio de este año 316 viviendas arrendadas para vivir, pero luego eran usadas para el turismo. Estaban ilegales. ¿Dónde? En el barrio modernista de l'Exaimple (un total de 103); la Ciudad Vieja (92), Gracia (39) y Sant Martí (34), las áreas del centro donde hay la mayor concentración turística de la capital.

¿Por qué? Puede que la respuesta esté en datos como que un piso de tres habitaciones con 155 metros cuadrados en el barrio de L'Exaimple, hallado ayer en Fotocasa, tenía un precio de alquiler de 2.200 euros al mes. Pero una habitación en la zona costaba al día en Airbnb, en una vivienda reformada, incluida la tasa de limpieza, costaba 113 euros.

Barcelona, una ciudad de 1.608.746 habitantes, recibe en torno a treinta millones de viajeros al año (18 por cada vecino). La única ciudad en Galicia que podía comparársele es Santiago. Con unos 95.800 habitantes, tuvo el año pasado 1,3 millones de pernoctas. «Uns 800.000 turistas, preto de 300.000 peregrinos e 2,5 mllóns de xente que pasa o día», apuntan fuentes del concello.