«Nadie me regala nada en Bioloxía»

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Marcos Míguez

Javier Carballeira, con espina bífida, logró entrar en la UDC en septiembre pese a que en esa convocatoria se reservaban plazas solo para deportistas de alto nivel

05 jul 2017 . Actualizado a las 22:36 h.

Para algunos supone la constatación de que la madurez ha tocado a su puerta, para otros es la excusa perfecta para volar del nido, y para Javier Carballeira, la confirmación de que quien la sigue la consigue. Han pasado diez meses desde que este joven que nació con espina bífida se quedara sin plaza en la facultad de Bioloxía de la UDC por una razón que nada tenía que ver con su expediente académico. La ausencia de plazas reservadas para personas con discapacidad en esa convocatoria impedía a este joven lograr su sueño de trabajar en un laboratorio, meta que sí estaba al alcance de los deportistas de élite, que sí tenían la opción de acceder a las vacantes especiales.

Tras una exhaustiva lucha y removiendo Roma con Santiago, Belén Cerdán consiguió que su hijo arañe tiempo al tiempo en sus últimos días de encierro de biblioteca como un universitario más. Pero sarna con gusto no pica.

«El balance de este primer curso ha sido positivo en todos los aspectos, los resultados bueno, en algunas asignaturas me ha ido mejor que otras, pero yo peleé por estar aquí y estoy esforzándome para poder trabajar en lo que me gusta». De esta manera, Javier pone especial ahínco en materias como Estadística o Matemáticas, su talón de Aquiles, y en sus asignaturas favoritas - «las más difíciles», reconoce- que son Bioquímica «y las relacionadas con la fitología y el estudio de las células».

Este oleirense no ha conseguido aprobar todas las asignaturas. Pero eso no frena su espíritu luchador: «Los profesores me tratan como a uno más y nadie me regala nada, el hecho de que mi caso haya sido público no ha influido, y eso me gusta porque nadie hace diferencias conmigo». Su madre, Belén, lejos de estar empeñada en que el expediente de su hijo sea brillante, prefiere valorar otros aspectos. «Aunque los resultados académicos no hayan sido tan positivos, para él era importante no quedarse descolgado de sus compañeros de bachillerato, además yo no quería que se desmotivara por el hecho de tener que estar durante un año haciendo otra cosa». Más cuando el futuro biólogo, cuya enfermedad le produce un 71 % de discapacidad, había acabado conseguido, no sin esfuerzo, aprobar la selectividad.

Lo que le deparará el futuro

Una vez superada la prueba de fuego que es primero de carrera, Javier tiene aún más claro que en el futuro quiere dedicarse a algo que tenga que ver con la genética o la bioquímica, y no descarta realizar unas prácticas mientras dure su periplo universitario. Ahora bien, lo de irse fuera y conocer mundo con una beca Erasmus ya es otro cantar. Muy responsable, comenta: «No sé si me interesaría mucho, al menos mientras no tenga claro que no va a perjudicar a mis estudios».

Sin barreras

A su madre no le importaría que Javier volara del nido, de hecho, sabe que tarde o temprano es algo que va a pasar. Pero ya está dando pequeños pasos que le acercan a una mayor independencia. Por lo pronto, se está sacando el carné de conducir. «Nosotros vivimos en Santa Cruz [municipio de Oleiros] y, de momento, lo llevamos a la universidad, pero yo creo que para Navidades ya podrá ir solo». Una vez allí, todo son facilidades, comenta Belén. «Este año volvieron a pintar la plaza de aparcamiento para discapacitados y dentro de la facultad todo está adaptado». «Un diez», concluye.

La denuncia, en La Voz