Es una de las plataformas que preocupa a los taxistas y que empieza a florecer en Galicia
31 may 2017 . Actualizado a las 10:07 h.Cuando uno viaja con Cabify por primera vez puede que sienta el azote de la conciencia. Lo hará si se plantea si vale la pena arañar unos euros por subirse al carro de un sistema de transporte que paga menos impuestos y al que acusan de poner los precios por los suelos en detrimento del sector del taxi. Sin embargo, lo cierto es que las bondades que ofrece esta alternativa para moverse por diversas ciudades de España, -en Galicia, de momento, la aplicación solo localiza coches en A Coruña- hace que los pensamientos se vayan directamente al amparo legal del que goza esta plataforma, al igual que Uber, que fija una proporción de una licencia de VTC (coche de alquiler con conductor) por cada treinta taxis.
Han sido las nuevas tecnologías las que han permitido la existencia de este nuevo sistema de transporte, pero ha sido gracias a la atención personalizada, a las tarifas fijadas de antemano y a las comodidades de un coche en perfectas condiciones que el monopolio del taxi en el ámbito del transporte privado está empezando a ceder terreno.
Una vez uno se registra en esta aplicación lo primero que tiene que hacer es decidir la hora a la que quiere reservar su vehículo, al igual que el precio que desea pagar por el viaje, que irá de la mano de un trayecto personalizado que va desde cuantías más elevadas por ir en un vehículo de alta gama a la posibilidad de moverse en un coche eléctrico para los más ecologistas o la versión low cost, que en Madrid, por ejemplo, reduce el coste al aeropuerto de la capital de los 30 a los 21 euros.
A pesar de estas diferencias, hay un nexo que valoran especialmente los usuarios de Cabify: el exquisito trato al cliente -dependen de la puntuación que obtengan a posteriori en la app para seguir funcionando-, y los indiscutibles extras: wifi, botellas de agua y revistas de toda índole.