La calidad de vida de los mayores se reduce por utilizar mal el calzado

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Utilizar zapatos inadecuados puede derivar en caídas, apatía o angustia

09 abr 2017 . Actualizado a las 09:46 h.

«Como el resto de la población, los mayores también se calzan más con los ojos que con los pies, lo que repercute en una merma de su calidad de vida». Lo afirma Daniel López, vicedecano de la facultad de Enfermaría e Podoloxía de la Universidade da Coruña, y uno de los encargados de realizar un estudio que analiza por primera vez las consecuencias de la mala elección del calzado en la salud de los mayores.

Según este trabajo, «el estilo de vida a partir de los 75 años provoca que se utilice un calzado nocivo». Este hecho, unido a la aparición de enfermedades crónicas -obesidad, alteraciones vasculares, diabetes o artritis reumatoide- produce un incremento preocupante de hasta un 87 % de problemas en los pies de las personas mayores.

Y es que aunque este experto destaca que no es necesario acudir a una tienda ortopédica o específica para encontrar el calzado adecuado, son pocos los que atinan a la primera solo porque no tienen en cuenta las indicaciones adecuadas para prevenir angustia, apatía, pérdida de equilibrio y caídas; consecuencias directas de utilizar durante un tiempo prolongado un tipo de zapato inadecuado.

La primera premisa que hay que seguir es que el calzado debe tener una horma ancha, un buen sistema de ajuste con correas o velcros y suela de goma. Además, claro está, es necesario saber escoger el número adecuado, que no siempre tiene porqué coincidir en ambos pies. «Si una persona mayor no tiene en cuenta estos aspectos, le va a resultar difícil vehiculizar sus tareas y, por tanto, llevar una vida saludable», comenta López.

Hay un error común, resalta este científico, y es que «como el pie es una estructura flexible, al entrar dentro del zapato muchos se conforman, pero normalmente están forzando la extremidad. Esto puede derivar en la formación de juanetes, o de dedos en mazo, en martillo o en garra».

«Ahora casi no hay costumbre de ir a este especialista»

«Solo con ir al podólogo para que pueda diagnosticar el calzado que debe utilizar cada uno se solucionarían gran parte de los problemas», explica Daniel López. Pero al parecer, en la actualidad «hay poca costumbre de ir a este especialista, y eso que es un referente básico si queremos llevar a cabo una rutina óptima como caminar los treinta minutos al día recomendables», añade.