Mark Thompson: «Donald Trump cuenta un cuento que muchos estadounidenses se creen»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

SOCIEDAD

BENITO ORDOÑEZ

El británico denuncia en su libro la degradación del lenguaje político, una amenaza para la democracia

14 mar 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Presidente de The New York Times desde el 2012 y exdirector general de la BBC (2004-2012), dos de los medios más prestigiosos del mundo, Mark Thompson (Londres, 1957) publica Sin palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política? (Debate). Donald Trump ha calificado el diario neoyorquino de «enemigo del pueblo americano».

-¿En qué consiste la degradación del lenguaje político que aborda en su ensayo?

-Hablo de la concentración del lenguaje en unidades más pequeñas, palabras y frases más cortas pero de gran impacto emocional que se transmiten con total inmediatez. Pongo un ejemplo en el libro, la expresión «comité de la muerte», que utilizó Sarah Palin para desacreditar el Obamacare en referencia a supuestas sesiones obligatorias sobre cómo terminar con la vida, lo que era falso.

-¿Qué elementos nuevos hay con respecto a la manipulación del lenguaje habitual en los políticos?

-Hay muchos ejemplos en la historia, pero lo inusual es la intensidad y el hecho de que muchos ciudadanos no oyen más que frases cortas y eso permite definirse a los políticos de forma muy clara. Si en las pasadas elecciones se hubiera preguntado qué representa Hillary Clinton a muchos les habría sido difícil señalar algo. Pero Donald Trump era el tío que iba a hacer el muro. Con su elección ha quedado claro que hay algo nuevo, la combinación de la existencia de medios digitales y redes sociales instantáneas, la desconfianza en las élites, en la clase política y en los expertos, la oportunidad que representa la crisis económica, el miedo a la globalización y la automatización y sus efectos sobre las vidas y los empleos de los ciudadanos. Expresiones como el «comité de la muerte» las utiliza ahora el presidente de Estados Unidos, antes para que le votasen y ahora para gobernar. Es que está gobernando con tuits.

-Afirma que Trump ha reescrito el manual del lenguaje político de Estados Unidos. ¿Cómo?

-En todas sus declaraciones, de manera muy explícita, se distancia del lenguaje convencional de la política. En el libro cito a Marco Antonio en el Julio César de Shakespeare, que dice: «Yo no soy orador como Bruto, sino, como todos sabéis, un hombre franco y sencillo». Esa es la postura de Trump, ir de sencillo. Marco Antonio dice: «Yo hablo en el lenguaje del pueblo romano, no en el de los senadores.» Es lo que hace Trump. Dice a los estadounidenses soy vuestra voz. Yo no creo que Trump sea Hitler, ni mucho menos, pero Hitler decía mucho esa frase. Hay un grupo de personas que se sienten traicionados por las élites y llega una especie de campeón en el que se puede confiar, que no habla como los traidores, sino en el idioma de la comunidad, que llama a las cosas por su nombre.

-¿Cómo es posible que un político que dice tantas mentiras haya triunfado?

-En el libro hablo del concepto de autenticismo, es decir que lo que importa es que el discurso parezca auténtico, no que lo sea. Trump cuenta un cuento sobre lo que ocurre que muchos americanos se creen. Un ejemplo es la expresión que utilizó en el discurso de inauguración, «carnicería americana». Para mí, es un ejemplo de ir de lo particular a lo general de una manera grotescamente hiperbólica. EE.UU. tiene sus problemas y ciertamente hay violencia, pero sigue siendo uno de los países más exitosos y prósperos. Es como decir que todos los inmigrantes mexicanos son violadores porque uno ha cometido ese delito. Es una exageración irracional para apoyar lo que se dice. Pero muchos americanos creen que frases como la «carnicería americana» son ciertas, son un reflejo fiel de lo que está sucediendo. Aunque se demuestre que miente, mucha gente prefiere creerse el cuento.

-Diga lo que diga se lo creen.

-Sí. Hay trabajos de psicología política que lo definen como disonancia cognitiva. Si yo creo fuertemente en algo y luego me muestran las pruebas que lo contradicen hay una disonancia cognitiva y se puede afrontar ignorando o negando los hechos. Una de las funciones del periodismo es, con mucha paciencia, día tras día, recordar los hechos a los lectores, martillearlos, porque yo creo que al final los hechos se imponen.

«Cree que su forma de hablar y de utilizar Twitter es la clave de su éxito; yo también»

Mark Thompson destaca el dominio intuitivo que tiene Trump de Twitter, que considera uno de los secretos de su éxito.

-¿Cómo es el lenguaje de Trump?

-Utiliza frases supercortas que recalcan la certidumbre y la determinación, y que van construyendo una capa tras otra, un estilo que los estudiosos de la retórica llaman parataxis. Dice las cosas con mucha convicción. Habla como si no hubiera duda de que lo que dice es una verdad incontestable, pisotea la corrección política y desdeña la complejidad. Puede que sea un fanfarrón pero sabe conectar con la gente. En la campaña comunicó diez más que sus rivales. Estos pensaban que su retórica era demasiado basta para permitirle ganar. Creían que no podía pasar ni remotamente. Queda claro que se equivocaban.

-¿Cree que el uso de Twitter antes y después de ser presidente le beneficia?

-Le encanta o, a lo mejor, lo necesita por motivos personales, es como su manera de desahogarse. Tiene un dominio intuitivo de la microrretórica de Twitter. Cree que su forma de hablar y de utilizar Twitter son el secreto de su éxito.

-¿Y usted también lo cree?

-Sí. Muchos de mis colegas pensaban que no le iba a funcionar, que no podía abordarse una campaña de esa manera tan informal, pero ha demostrado que sí.

-Muchos analistas pensaban que Trump se moderaría al llegar al poder. ¿Lo creía usted?

-No. En su discurso en el Congreso hace dos semanas se acercó a lo que es un discurso más convencional, estuvo más comedido y se guio por lo que le ponían en el teleprompter, que no es poco. Pero seguía siendo muy trumpiano. Algunos dijeron que Trump se estaba volviendo más presidencial. A los pocos días volvió a la andadas.

-Asegura que la campaña del «brexit» también fue «trumpiana».

-Sí, con sus características propias. Se emplearon frases como «recuperar el control» o «el día de la independencia» y decían que el país ya había tenido suficientes expertos, algo muy trumpiano, no los creáis porque os hacen sentir como tontos y siempre se equivocan. La campaña a favor de la salida de la UE se basó en decir que todo lo que no gustara se podía solucionar si nos salíamos. La campaña a favor decía que si nos vamos nos van a caer las plagas de Egipto al día siguiente, se destruiría todo. Es decir, por un lado el jardín del Edén y por otro el fin del mundo. Ambas campañas fueron culpables de una exageración absurda de los hechos.

«Si el periodismo que hacemos tiene valor, la gente pagará»

Los grandes medios de comunicación de EE.UU. se posicionaron contra Trump en las elecciones. A pesar de ello, ganó. ¿Significa esto que se han alejado del ciudadano medio?

-En un sentido amplio, sí. Es una cuestión compleja. Pero es cierto que muchos estadounidenses están desilusionados con el establishment, las estructuras de poder de Washington y los grandes partidos. También con el establishment mediático. Hay motivos profundos. Muchos americanos sienten de manera manifiesta que los medios no reflejan apropiadamente sus vidas.

-Trump dijo que medios como el que preside, son enemigos del pueblo americano.

-También ha dicho que The New York Times es maligno. Es un lenguaje muy fuerte. Utilizar ese lenguaje contra los medios es muy peligroso, por sí solo es un peligro porque algunos periodistas se pueden asustar. El clima para la libertad de prensa no es el mejor con este tipo de declaraciones. Aunque la Constitución la defiende, habrá que esperar para ver lo que pasa.

-Su consejero Steve Bannon afirmó que los medios son el «partido de la oposición» a Trump. ¿Ese es el papel que debe jugar la prensa estadounidense?

-Al Gobierno de Trump le gusta la narrativa de que hay una gran batalla con los principales medios y pintarnos como la oposición. No debemos morder el anzuelo, sino seguir haciendo el trabajo que nos corresponde, informar al público de lo que ocurre, que implica también ser justos y equilibrados.

-Usted defiende que los medios digitales cobren por su contenido.

-Sí y estamos demostrando que funciona, aunque cuando lo hicimos en el 2011 muchos dijeron que no funcionaría porque la gente llevaba muchos años accediendo de forma gratuita. En el propio periódico pensaban que como mucho alcanzaríamos los 200.000 abonados digitales y ya estamos llegando a los dos millones y aspiramos a lograr 10 o más. La clave es si merece la pena pagar por el periodismo que se está haciendo. Si es así, la gente pagará.