Más de mil familias gallegas, a la espera para convertirse en padres adoptivos

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

Hay 740 pendientes de un menor en España, y 455 de uno del extranjero

06 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi 1.200 familias gallegas aguardan pacientemente una adopción. Son 740 pendientes de acoger a un menor en España, y otras 455 a un niño de otro país. Pacientes porque es un proceso lento. De más de cuatro o cinco años de media en el caso de que se trate de un pequeño español, y de al menos un par de años en el caso de que se elija un país extranjero para realizar este prohijamiento. De ahí que las solicitudes hayan caído a niveles históricos en el 2016. En el año 2004, por ejemplo. casi novecientas familias gallegas decidieron iniciar los trámites para adoptar a un menor según las estadísticas de Política Social. Fueron casi 700 en un proceso internacional y 200 en uno nacional. El año pasado, en total, no se llegó a las 200.

Y es que iniciar un acogimiento exige una espera considerable. En España siempre ha sido lento, y aunque hace años países como China o Etiopía tenían procedimientos más rápidos, ahora todos se han ralentizado. Los conflictos y la inestabilidad política en África provocan que los trámites se demoren. Pero no solo eso, también que algunos estados como Etiopía bloqueen las nuevas adopciones. En el 2016 solo se preasignaron 48 menores de otros países a familias gallegas -último paso antes de viajar a recoger al pequeño-, frente a las 332 del 2006. En el caso de las nacionales hubo 26 autos de adopción, frente a los 92 del 2002.

En Galicia, durante el 2016, dieciséis recién nacidos fueron dados en adopción porque sus familias renunciaron a ellos, nueve en la provincia de A Coruña, cuatro en Lugo, uno en Ourense y dos en Pontevedra.

«Nos lo tomamos con relativa calma, aunque a veces crees que no va a salir adelante»

Jorge ya está en casa desde el pasado mes de septiembre. Y su hermana mayor, Laura, «encantadísima». Pero para que esta adopción finalizase, Noemí y José Luis tuvieron que esperar casi seis años. Querían darle un hermano a su hija, y decidieron adoptar hace más de seis años. Desde la Xunta les explicaron con antelación que el proceso nacional «iba a tardar muchísimo», recuerda Noemí. Así que comenzaron los trámites en Vietnam, ya que uno de sus condicionantes es que no todos los países permiten acoger a parejas que ya tienen algún hijo biológico. 

Justo después de hacer el curso para obtener el certificado de idoneidad, el país cerró las adopciones, «y aunque iban a ser solo seis meses, pasó un año y seguía cerrado». Noemí y José Luis se plantearon entonces acudir a otro país, con tan mala suerte que la vigencia de sus cursos expiró y tuvieron que empezar de cero, en este caso en China. Durante todo este proceso de años, Noemí explica que lo vivieron con relativa tranquilidad. «Depende de la situación personal de cada uno. En nuestro caso nos lo tomamos con relativa calma, obviamente queríamos adoptar pero optamos por no apurarnos, aunque sí es cierto que a veces te desesperas y crees que no va a salir adelante». Pero al final llegó Jorge. «Todo lo largo que había sido antes, y de repente se precipitó y llegó el peque», cuenta. En septiembre la familia se fue a China a buscar al bebé, que en diciembre cumplió dos años. «Estamos encantados, ahora estamos en un momento de mucha dedicación y de estimularlo, porque estaba apenas sin estimular».

Sobre la polémica de los padres que se quedaron sin adopciones por el cierre de la ECAI que trabajaba en Burundi y Etiopía, Noemí reconoce que en su caso «la experiencia fue de claridad y transparencia, la Xunta nos iba informando y en China la sensación es de que todo estaba organizado».

El Gobierno central modificó la ley que regula estos procesos, pero falta su desarrollo

La Ley 26/2015 de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia incorpora cambios que afectan a los procesos de adopción. 

Uno de ellos se refiere al control de las ECAI, las entidades que colaboran en la adopción internacional, y que pasan a denominarse con la nueva norma organismos acreditados para la adopción internacional.

Es la Administración estatal la que inicia o suspende las adopciones en determinados países, algo que ya ocurre, y la que acredita a estas entidades. Además, aunque se mantiene que es la Xunta -u otra administración autonómica- la que realiza el control y seguimiento en cuanto a lo que realiza en su territorio, será la del Estado la que haga el seguimiento de lo que hacen estos organismos en el extranjero.

Los adoptantes, denominados solicitantes, pasan a denominarse personas que se ofrecen para la adopción, y la legislación trata de reforzar la garantía de los procesos internacionales, que solo podrán hacerse en países que hayan firmado el convenio de La Haya. Además, «se refuerzan los controles sobre los beneficios financieros indebidos». Sin embargo, esta ley todavía no se ha desarrollado, por lo que los organismos acreditados se encuentran en una situación de incertidumbre, al estar aprobada una legislación pero no tener desarrollo normativo al que acogerse.

Las decenas de familias que han visto como su expediente de adopción en Burundi y Etiopía por el cierre de la ECAI, la mayoría gallegas, mantienen su propuesta para que la Xunta pida al Gobierno central que active la vía diplomática para desbloquear las adopciones. En poco más de dos días habían conseguido unas 4.500 firmas en la plataforma change.org.