«En pocos años hallaremos gemelos de la Tierra con condiciones para la vida»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Esta impresión artística muestra Trappist-1 y sus planetas reflejados sobre una superficie.
Esta impresión artística muestra Trappist-1 y sus planetas reflejados sobre una superficie. NASA

Una astrofísica gallega también sigue la pista de los astros del nuevo sistema solar

25 oct 2019 . Actualizado a las 15:15 h.

«El sistema solar Trappist-1 y sus siete planetas son una auténtica mina de oro para estudiar la posible existencia de vida o de condiciones para la vida más allá de la Tierra». Es lo que asegura la astrofísica de Lugo Cristina Rodríguez López, que espera acceder a parte de este botín científico desde su puesto en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), donde a través del proyecto Carmenes ya ha iniciado el seguimiento del sistema solar recién descubierto con el fin de poder concretar la masa de los astros que orbitan en torno a la estrella e intentar detectar su atmósfera, cuya composición es la que podrá arrojar posibles indicios de vida, más allá del hecho de que tres de los siete planetas se encuentren en zona habitable. Habrá más datos cuando el próximo año empiece a operar el nuevo telescopio James Webb, pero ya se pueden realizar las primeras aproximaciones.

La astrofísica Cristina Rodríguez.
La astrofísica Cristina Rodríguez.

En realidad, la investigación ya había empezado en mayo del pasado año, cuando se descubrieron los tres primeros planetas de Trappist-1. Fue un avance del gran hallazgo anunciado esta semana. Seguir la pista de los nuevos astros no será algo extraño para Cristina Rodríguez López, ya que formó parte del equipo que el pasado año desveló la existencia de un exoplaneta similar a la Tierra en torno a Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sol, situada a 4,3 años años luz, o 40 billones de kilómetros. Hasta la irrupción del sistema Trappist-1, que está diez veces más lejos, Próxima B, el nombre que había recibido, se consideraba como el descubrimiento más importante en el área y el mejor candidato para convertirse en un análogo de la Tierra de entre los 3.500 exoplanetas descubiertos.

«Próxima B -asegura la astrofísica gallega- aún nos va a seguir dando mucho juego». Pero muy probablemente aún habrá otras sorpresas en poco tiempo, porque la búsqueda de gemelos terrestres vive una época de gran excitación. «Estoy segura de que en pocos años, en menos de una década, incluso en dos o tres años, podremos encontrar un auténtico gemelo de la Tierra, en el que se den las condiciones necesarias para la vida».

Atmósfera

Para que esto ocurra no bastará con que el hipotético astro disponga de agua líquida en su interior. «Debe contar con una atmósfera que redistribuya el calor y que lo proteja de las emisiones de rayos X y ultravioleta y que pueda crear un campo electromagnético que impida el paso de la radiación solar», constata la investigadora gallega. Algunas de estas condiciones incluso podrían darse en tres de los siete planetas de Trappist-1 o en Próxima B, pero en todos los casos será necesario caracterizar sus atmósferas en busca no ya solo de agua, sino de compuestos orgánicos como el metano o el dióxido de carbono, aunque tampoco será fácil dilucidar si su origen es biológico o geológico.

Para los científicos, los astros que se acaban de descubrir ofrecen unas condiciones privilegiadas para su estudio porque consiguieron detectarse cuando se encontraban en tránsito con respecto a su estrella, lo que significa que pasaban por delante de ella, un hecho muy poco frecuente en la investigación de exoplanetas. «Existen tan solo un 2 % de posibilidades de que se encuentran en una situación adecuada para que puedan ser detectados en el tránsito de su estrella», destaca Cristina Rodríguez. También es muy probable que el sistema solar Trappist-1 diste mucho de ser un caso aislado. De hecho, el proyecto que lleva el mismo nombre se ha fijado como objetivo detectar planetas en torno a sesenta estrellas enanas rojas y frías.

Aunque muy lejos, se encuentran en una distancia razonable para su estudio y caracterización, ya que hasta el momento buena parte de los exoplanetas confirmados, descubiertos por el telescopio Kepler, se sitúan a más de mil años luz de la Tierra.