Un bosque de secuoyas sale del olvido en Ponte Caldelas tras creerse calcinado

Marcos Gago Otero
Marcos Gago PONTE CALDELAS / LA VOZ

SOCIEDAD

Ramón Leiro

Los árboles, plantados hacia 1960, sobrevivieron a un fuego de hace cinco décadas

20 ene 2017 . Actualizado a las 11:11 h.

Gigantes de cincuenta metros de alto, o más, se alzan desafiantes en el monte de Pena da Moa, en Buchabade, en el municipio pontevedrés de Ponte Caldelas. Se trata de un bosque de secuoyas, único en Galicia y plantado a principios de la década de 1960 por los técnicos del Centro de Investigación Forestal de Lourizán. Este bosque, el más antiguo y grande de Galicia de esta especie originaria de California, hace honor al nombre científico del árbol, Sequoia sempervivens ('que vive para siempre'). Su historia la cuenta Francisco Javier Fernández de Ana, que era uno de los investigadores encargados del seguimiento de esta y otras parcelas distribuidas por la comarca y que se cultivaban como vivero. Él lo daba por perdido desde hace mucho tiempo atrás y hace dos meses, paseando por el monte, se lo encontró de bruces. Y la sorpresa, ante el buen estado de muchos de los ejemplares, lo entusiasmó.

Un voraz incendio forestal calcinó el monte de Pena da Moa a principios de los años setenta, cuando las secuoyas eran todavía pequeñas y aparentemente frágiles. Fernández de Ana, descorazonado, no volvió por esa zona en décadas. Hasta hace dos meses. Y entonces redescubrió un bosque, elevándose entre los eucaliptales, de unas 40 secuoyas y que, en algunos casos, precisan de cuatro adultos para cubrir su diámetro. El hallazgo le devolvió la ilusión perdida y las ganas de darlo a conocer como un bosque singular.

«Despois do incendio, eu xa non volvín á zona porque non quería ver o desastre. A miña gran sorpresa foi atopar este bosque extraordinario, cun gran valor botánico, histórico e ecolóxico». Como investigador y especialista en sanidad forestal, sabía que esta especie suele resistir bien al fuego, pero nunca se imaginó que siendo tan jóvenes se defenderían con tanto vigor de la agresión de las llamas.

Las cicatrices del fuego se pueden observar en algunos troncos y podrían estar en la razón de que varios ejemplares creciesen como árboles dobles. Sin embargo, el conjunto aguantó el embate y cual ave fénix resurgió de las cenizas.

«A súa protección contra o lume é a súa cortiza, que é ignífuga, non arde. Está formada por fibras moi espesas que fan que a planta poida soportar un incendio. Eu nunca pensei que sobrevivirían porque eran moi noviñas, pero resistiron e pegaron un desenvolvemento importante», puntualiza.

Fernando Martínez, profesor retirado, nació a pocos kilómetros de este monte, en Vilarchán. Fue el promotor de la excursión que llevó a un grupo de amigos hasta las secuoyas. No oculta su emoción ante este hecho diferencial de Ponte Caldelas en materia ambiental. De hecho, ya contactó con el Concello para exponerles el hallazgo y el potencial turístico que este bosque, que se encuentra en terreno comunal, tiene para los visitantes y los aficionados al turismo ecológico. «Hai que poñer todo isto en valor», sostiene. Es más, al medio ambiente añade el interés histórico, porque en un radio no muy lejano del monte de Pena da Moa están los petroglifos de Tourón, un conjunto arqueológico de notable interés cultural.

El bosque de Buchabade está a 20 minutos de la ciudad de Pontevedra y su acceso, por una pista de tierra, descubre una de las joyas botánicas escondidas de la provincia en un monte donde puede haber aún más sorpresas.

Otra parcela con pinos de Oregón de 50 metros sorteó las llamas

El pino de Oregón (Pseudotsuga menziesii) fue otro de los árboles que los especialistas forestales de Lourizán plantaron en el monte de Buchabade hace casi sesenta años. El fuego también rondó la plantación de mayor tamaño y, en este caso, si la llegase a afectar supondría la completa destrucción del rodal, porque este árbol no tiene la protección natural de la corteza de la que dispone la secuoya. No obstante, el fuego respetó esta finca y los pinos crecieron altos, tan altos a simple vista como las secuoyas, creando un ecosistema también peculiar. Este árbol es más frecuente en Galicia, pero su tamaño en Buchabade es apreciable.