Cuarenta años de la lluvia de millones del gordo de lotería que inundó Vilalba

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

SOCIEDAD

Alberto López

El club de fútbol de la parroquia de Santaballa vendió más de mil millones de pesetas del primer premio

19 dic 2016 . Actualizado a las 12:18 h.

El invierno de 1976 llegó a Vilalba con una lluvia torrencial. No se inundaron los campos chairegos, tantas veces encharcados en invierno, sino que cayó un chaparrón de millones como nunca había ocurrido ni volvió a pasar. La parroquia de Santaballa repartió más de mil millones de pesetas del premio gordo, que recayó en el número 49.764 y que se distribuyó en gran parte en pequeñas participaciones.

Muchos fueron los agraciados, y uno fue la cara conocida que acabó desencadenando el posterior chaparrón de billetes. El sacerdote Antonio Domínguez era entonces párroco de Santaballa y además, como hoy, aficionado al fútbol. La parroquia tenía un campo, pero con mal terreno de juego y nada más.

La lotería, con el cura como depositario, se encargó a nombre del Club Deportivo Santaballés, que ya se había fundado décadas antes, pero que no estaba federado. Las participaciones se vendían a 50 pesetas, con 10 de margen para el equipo, que necesitaba dinero para poder realizar obras en el campo de fútbol, trámite imprescindible para cobrar una ayuda de 300.000 pesetas que se le había concedido.

En vísperas de Navidad se desató la tormenta perfecta de billetes. El párroco estaba el día del sorteo en Madrid, adonde había viajado por asuntos familiares, y en un taxi oyó que se anunciaba el gordo. «Cando oín o número por primeira vez, non me dei conta», recuerda. A un cuñado suyo que lo acompañaba le comentó que les había tocado el reintegro; pero en la radio se citó varias veces el nombre de Vilalba: se repitió el número y salió de dudas.

De regreso a Santaballa, aquella misma tarde, tuvo tanta preocupación como alegría, porque quería saber dónde estaban los décimos. Para ello llamó varias veces a un restaurante de la parroquia donde habían quedado, pero el dueño pronto lo tranquilizó diciéndole que se habían guardado en una sucursal bancaria de la capital chairega.

La lotería no tenía entonces anuncios televisivos repetidos hasta la saciedad ni famosos que los protagonizasen. Sin embargo, cuando su imagen proyectada se reducía prácticamente a los niños del Colegio de San Ildefonso cantando los premios en pesetas, también respondía al tópico de caer muy repartido.

Dos camiones con coches

Una buena parte de los premios fueron de 600.000 pesetas, recompensa que recayó en quienes habían gastado 100 pesetas en la compra de dos papeletas. Las consecuencias no se hicieron esperar. Semanas después, a la parroquia llegaron dos camiones tráiler cargados de coches: eran turismos Simca 1.200, y la razón de la elección de esa marca, hoy desaparecida, se debió a que un santaballés trabajaba entonces en la fábrica de esos vehículos, situada en Madrid.

Con esas 600.000 pesetas, recuerda el párroco, entonces se compraban dos de esos coches o dos del modelo Seat 124; pero no solo de coches se alimentaron las ilusiones de los vecinos que recibieron ese chaparrón de dinero: se compraron tractores, se arreglaron casas, se construyeron viviendas... El párroco dice que si no fue un maná, sí fue un dinero que no solo se notó en la parroquia sino también en la capital del municipio, en donde se hicieron numerosas compras con lo ganado.

Ayudas

Hubo muy diferentes objetivos conseguidos gracias a la lotería. Ramón Rodríguez, vecino de la parroquia, cuenta que ayudó a un cuñado suyo a comprar una plaza de taxi en Madrid; Eladio Millor pasó de tener cinco vacas a disponer de más de una docena, y José Carballeira conoció a unos familiares residentes en Argentina, porque su padre les había mandado lotería y cruzaron el charco para cobrarla.

Pero además hubo satisfacciones colectivas. El equipo de fútbol, entre lo que se había quedado y participaciones que no se cobraron, ingresó más de cuatro millones: arregló el campo, se federó y aún compite. A la Cooperativa do Campo de Santaballa le correspondieron unos tres millones, que se invirtieron en una nueva sede; y se compró también terreno para campo de la fiesta.

Al párroco, que hoy está de nuevo destinado en Vilalba, le tocó también un poco de dinero, aunque recuerda, sin perder el humor, que tanta ganancia de golpe tiene su preocupación: «Imaxina que falta algún décimo. O responsable son eu», explica.