«En Mauritania los esclavos se heredan; los niños de una esclava son un bien más para el amo»

M. REY A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

CESAR QUIAN

Nominada al Nobel de la Paz en el 2015, la activista Aminetou Mint Moctar visita Galicia invitada por la oenegé Tierra de Hombres

18 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con solo 10 años, Aminetou Mint Moctar (Nuakchot, Mauritania, 1956) ya tomaba parte en movimientos en defensa de los derechos humanos. Con 11 fue encarcelada por repartir panfletos y participar en manifestaciones. Por el camino, hasta hoy, más detenciones, torturas que aún lleva marcadas en el cuerpo y constantes persecuciones.

Estos días, la activista está en Galicia, invitada por la oenegé Tierra de Hombres, con la que colabora en el programa Petites Bonnes, que ofrece una nueva oportunidad a través de la educación a las niñas que huyen de la esclavitud. Esta tarde, Aminetou, candidata al premio Nobel de la Paz en 2015, recibirá en el Ágora de A Coruña un reconocimiento de honor a su trayectoria en una gala organizada por la misma oenegé. Ayer también participó en una conferencia organizada por Abanca y fue recibida por el Ayuntamiento de A Coruña. Hoy también estará en Santiago, donde se reunirá con la Xunta y el gobierno local. 

A Aminetou no la han frenado las amenazas. Ha seguido apoyando otros movimientos de independencia, como el del Sáhara Occidental y el de Palestina. En 2014, un grupo islamista radical publicó una fatua en la que prometía recompensa de Alá a «quien la mate o le arranque los ojos». Aminetou afronta con naturalidad una amenaza que espantaría a muchos: «Sé que voy a morir de una forma u otra, y escogí un camino que tiene riesgos. Para mí, morir por defender los derechos de las mujeres y las niñas sería un honor». Tuvo la oportunidad de exiliarse, pero prefiere luchar sobre el terreno. «Solo podemos cambiar el país desde dentro. Las mujeres ya han conseguido entrar en el Parlamento, en el Senado y en los ayuntamientos. Hemos avanzado, pero queda mucho por conseguir».

Aunque la esclavitud fue abolida legalmente en el país en 1981, «en Mauritania aún se hereda de madres a hijas. Si la madre es esclava, sus niños son como un bien más para su amo; como un colchón o como una silla», relata Mint Moctar. Es difícil controlar lo que ocurre en un país que duplica en tamaño a la península ibérica, que cuenta con solo tres millones de habitantes y cuya tasa de analfabetismo que supera el cuarenta por ciento. Con estas limitaciones, miles de vidas nacen y mueren bajo la voluntad de sus amos. A través de la Asociación de Mujeres Cabezas de Familia (ACFC), que Aminetou preside, ayudan a más de 1.500 menores y a sus familiares a escapar del yugo de sus dueños.

España es uno de los principales socios comerciales de Mauritania y varias oenegés nacionales trabajan allí. A pesar de esto, según Aminetou, «es incómodo para muchos hablar de las situaciones desagradables del país, porque puede molestar a los Gobiernos y afectar a las relaciones económicas».