Luis Rojas Marcos: «Es curioso que en Europa no se hable de felicidad, incluso está mal visto»

SOCIEDAD

El profesor cree que el derecho de una persona a decidir cuándo dejar de vivir «es muy importante»
31 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Psiquiatra, investigador y profesor, Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) será el encargado de abrir el próximo 12 de noviembre el Foro Emociona, que reunirá en Santiago a más de 1.500 personas.
-Su conferencia habla de lo que todos queremos: vivir más y ser más felices. ¿Cómo se consigue?
-[Ríe] Si le preguntamos a la gente que tenemos alrededor qué nota se da de cero a diez en satisfacción con la vida, la mayoría de las personas se dan un siete, un ocho, un nueve y alguno un diez. Llama la atención porque no hablamos de la felicidad. En Europa no se habla de la felicidad e incluso cuando se va a una reunión está mal visto decir: «Oye, soy feliz». En cambio, en Estados Unidos se glorifica la idea de ser feliz.
-¿Hay hoy una presión social por ser felices?
-Hay una serie de valores que la sociedad incorpora en sus principios y puede llegarse a la situación contraria, que uno piensa que si no es feliz las 24 horas del día algo falla en él. Hemos empezado a hablar normalmente de la felicidad desde hace poco. Para estudiarla hay que preguntar.
-Estar triste o enfadado ¿es positivo?
-Claro, es positivo en el sentido de que es congruente, por ejemplo, si se nos muere un ser querido. Vamos a estar tristes y deprimidos durante un tiempo. Si nos llevamos un disgusto, tenemos un problema en el trabajo, es normal. En esas circunstancias el ser humano recurre a lo que llamamos resiliencia, que es la capacidad de resistir un momento difícil, adaptarse y con el tiempo volver a la situación anterior.
-Resiliencia, inteligencia emocional, asertividad... ¿Se nace con eso o se aprende?
-Traemos al mundo un equipaje genético que ya está programado para ayudarnos, pero es una parte, si hay que ponerle un número sería el 40 %. Pero queda ese otro 60 % que va a depender de las circunstancias de nuestra vida y de lo que aprendamos.
-¿Por qué hemos tardado tanto en hablar de felicidad?
-Una vez que empezamos a tener tratamiento para muchas de las enfermedades mentales y físicas, muchos científicos han pasado a estudiar qué son esas cualidades naturales del ser humano que nos hacen llevar una buena vida. Pero empezamos a investigarlo hace 15 o 20 años.
-Sostiene que los españoles somos quejicas. ¿Es malo quejarse?
-No, no es malo. Es curioso que a la hora de relacionarnos la queja es un elemento muy importante en cómo establecemos contacto con los demás: hoy hace mucho calor, o hace mucho frío, o mira lo mal que va esto y lo otro... La queja es un instrumento útil en la cultura de países europeos para establecer relaciones. Hay otras, como la de Estados Unidos. en la que quejarse está mal visto.
-Volviendo a la felicidad, Holanda ha propuesto ampliar la eutanasia a las personas que se han cansado de vivir.
-El derecho a la persona a decidir cuándo quiere dejar de vivir es muy importante. Hay personas que tienen enfermedades que no tienen cura y el destino es sufrir. En esos casos creo que lo humano y lo justo es que decida si quiere seguir viviendo en esas condiciones.
-¿Existe ese concepto de estar cansado de vivir?
-La decisión de morir es irreversible y la sociedad tiene que clarificar qué es estar cansado de la vida, cómo se mide eso, para asegurarnos, porque la persona toma una decisión irreversible.
-Usted vivió los atentados del 11S. ¿Cambia la perspectiva con la distancia?
-Se ve igual, pero la parte emocional pierde intensidad, que es otro mecanismo normal. Lo recuerdo muy parecido, quizá con algo menos de detalle. Pero no me entra esa angustia.
-¿Socialmente ha cambiado la perspectiva?
-Cada día hay más personas que no vivieron el 11S y socialmente es como hablar de la Segunda Guerra Mundial. Nos imaginamos la parte emocional pero no estábamos allí. Con el 11S pasa igual. El cerebro humano funciona así, nos ayuda a pasar página.
-¿De aquel día vienen discursos como el de Trump?
-Es inconcebible que una persona que aspira a presidir el país tenga esa mentalidad y diga lo que dice. Es como ir al circo, pensando qué es lo siguiente que puede decir. En mi opinión personal, esto es algo que entretiene pero no es aceptable.