El Nobel de Medicina premia al japonés que identificó el canibalismo celular

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

KYODO | REUTERS

La autofagia, clave para la supervivencia, que elimina los componentes defectuosos

04 oct 2016 . Actualizado a las 08:03 h.

Imagínese que después de varios días en una isla desierta y sin echarse nada a la boca su propio cuerpo activase un mecanismo por el que recogiese en una bolsa todo el material de desecho de su cuerpo y lo trasladase a un centro de reciclado para que lo degradase y le ofreciese así la energía necesaria para sobrevivir. Pues, salvando las distancias, algo parecido es lo que hacen las células mediante un mecanismo denominado autofagia. Es una suerte de autocanibalismo por el que se devoran parte de sí mismas para eliminar bacterias, virus o proteínas defectuosas, residuos que encierran en una doble membrana que luego transfieren a un compartimento denominado lisosoma, donde se produce el reciclaje, una especie de limpieza que se activa para eliminar componentes innecesarios o que no funcionan adecuadamente. Solo que este material no se pierde, sino que se aprovecha para fabricar otros componentes celulares

Este mecanismo, así como los genes que lo inducen, fue identificado por primera vez en 1988 por el biólogo japonés Yoshinori Oshumi (Fukuoka, 1945). Lo desveló en levaduras, pero el mismo proceso se reprodujo luego en células humanas, un hallazgo que ahora le ha valido para convertirse en el nuevo Premio Nobel de Medicina.

«Los descubrimientos de Oshumi condujeron a un nuevo paradigma de nuestro entendimiento sobre cómo las células reciclan su contenido. Abrieron el camino a entender la importancia fundamental de la autofagia en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación al hambre o la respuesta a la infección», según destacó en su fallo el Instituto Karolinska de Estocolmo. No es un mecanismo superfluo, ya que si falla tiene implicaciones directas en enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzhéimer, en el cáncer o en diabetes tipo II.

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«Sin la autofagia, que significa literalmente comerse a sí mismo, nuestras células no sobrevivirían», explica la investigadora Juleen Zierath, del jurado del Nobel. Es fundamental, por ejemplo, para evitar proteínas desgastadas o mal construidas, que deben ser eliminadas de inmediato para evitar una pérdida de funciones del propio organismo.

Este mecanismo, junto al de la apoptosis o muerte celular programada, fue el utilizado por la investigadora gallega del CNIO Marisol Soengas para conseguir que las células tumorales del melanoma, el cáncer de piel más agresivo, se autodestruyan. Fue un trabajo realizado en ratones y que ahora sigue su curso con el objetivo de desarrollar un tratamiento efectivo para esta enfermedad. Soengas considera que el reconocimiento a Oshumi es más que merecido, aunque lamenta que no fuese compartido, ya que «hay muchos investigadores que trabajaron en esto que no se han visto reconocidos».

Yoshinori Oshumi ,de 71 años, destacó ayer que su descubrimiento «tuvo mucho que ver con la suerte» y que se trató de una investigación básica de la que no podía imaginarse que pudiera tener implicaciones prácticas. «Cuando empecé -dijo- no esperaba para nada que este estudio pudiera ayudar a hacer frente al cáncer y otras enfermedades. Las ciencias básicas son importantes, aunque no se vea el futuro». Y también animó a los jóvenes a marcarse su propio camino. «No me gusta competir. No quiero hacer algo que hace todo el mundo -señaló- prefiero disfrutar de lo que no le interesa a nadie».

La autofagia que el describió podría contribuir a una mejor comprensión de patologías como las vinculadas al envejecimiento y, tal vez un día, permitir vivir más tiempo gozando de buena salud, según destacaron varios especialistas.

Al español Mojica aún le queda la opción de Química

El de Medicina no pudo ser, pero al microbiólogo español Francisco Juan Martínez Mojica aún le queda la baza del Nobel de Química, que se falla el miércoles, por ser unos padres de la tecnología Crispr, una herramienta que permite editar genomas de manera sencilla y manipular el ADN de plantas, animales y humanos. Dijo que espera que su nominación sirva para difundir que «en España se hace buena ciencia y que se debería apoyar todavía más».