Conectados con Australia desde el faro de Corrubedo

SOCIEDAD

MARCOS CREO

Cinco radioaficionados que participan en un encuentro internacional montan su base de operaciones en la señal

21 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Son las doce de la mañana y desde el faro de Corrubedo emana una voz en inglés. Tras un breve impás, suena la contestación. Llega por radio, desde alguna parte de Europa. Y es que la emblemática construcción, que desde 1856 ha guiado a las embarcaciones advirtiéndoles de que se acercaban a la costa con su luz, se convirtió el viernes por la noche en el centro de operaciones de cinco radioaficionados gallegos que participan en un encuentro internacional, el Lighthouse Lightship Weekend.

La idea es conectar al mayor número de aficionados durante 48 horas seguidas emitiendo desde algún faro del mundo. En esta edición eran 436. Y los miembros del Radio Club Hércules eligieron el de Corrubedo. «Somos la envidia del lugar», reconocía el presidente de la asociación, Luis García Rosales, porque muy pocos han tenido el privilegio de ver el faro por dentro y, mucho menos, dormir en él. «El objetivo de esta iniciativa es, precisamente, poner en valor instalaciones de este tipo, que tuvieron una importancia grande en la navegación y que la perdieron porque ahora hay todo tipo de medidas electrónicas y tecnológicas, para que no caigan en el olvido», explica.

Una tienda de campaña, un par de sacos de dormir y algo para comer es el equipaje con el que se presentaron para esta particular acampada. Sin contar, claro está, con sus equipos y unas antenas de alto alcance que les permitieron escuchar a otro radioaficionado que se encontraba a casi 16.000 kilómetros, en Australia, su mayor marca. 

Enchufados día y noche

«La señal llegó a primera hora de la mañana con muchísima fuerza, como si viniera de aquí al lado», indicaba Luis Tenreiro, quien ocultaba sus ojeras tras unas gafas después de pasar toda la noche en vela enganchado al transmisor, mientras sus compañeros dormían plácidamente tras presenciar la noche anterior un espectáculo de fuegos a cargo de las fiestas locales desde la privilegiada terraza del faro. El único, por cierto, en el que repitieron experiencia desde que en el 2008 empezaron esta aventura estival que retoman cada año y en la que los acompaña una mascota, Nuka, una perra a la que el grupo ya considera una radioaficionada más.

Solo durante la noche establecieron más de doscientos contactos. A media mañana ya rozaban los trescientos, contaban pletóricos. Cuba, Costa Rica, Japón, Estados Unidos, algún país de Asia... Y, al cabo de las dos jornadas, cuentan con superar el millar. 

Un amigo al otro lado

¿El contenido? «Por lo general son conexiones muy breves, un simple control de cómo nos recibimos, porque intentamos que el mayor número de gente pueda contactar con el faro, pero es cierto que siempre coincides con algún amigo al otro lado», explica García Rosales.

No en vano, antes de que nacieran las redes sociales que hoy nos absorben, los radioaficionados formaron la primera comunidad conectada por las ondas hertzianas. Ahora, con el ordenador como aliado, también pueden ver la cara de con quién están hablando. «Este es nuestro Facebook», afirmaba Tenreiro.