La música y la historia desatan el poder irmandiño en el Asalto de Vimianzo

j. v. l CEE / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana Garcia

La fiesta incluyó las actuaciones de Sés, Celtas Cortos y los húngaros Firkin

04 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El momento de encender los fachos y tomar el ariete para derribar la puerta de la fortaleza medieval, y con ella los abusos de los nobles sobre el misérrimo campesinado, permitieron este sábado a los miles de asistentes al Asalto ao Castelo de Vimianzo -tantos o más que cualquier otro año- sentir por un momento la comunión popular que inspiró las revueltas irmandiñas de la segunda mitad del siglo XV.

Si el grito de «lume» le sirvió a los desposeídos de la época para librarse de la tiranía de los Moscoso, en este caso fue el detonante de una fiesta, que se prolongó hasta las siete de la mañana, con la música de raíz de María Xosé Silvar, Sés, como principal triunfadora; el arrollador directo de los húngaros de Firkin y hora y media de Celtas Cortos, en la que los vallisoletanos no escatimaron ninguno de los grandes éxitos que les han dado nombre.

Por en medio, la organización trabó un relato remedo de los directos de la orquesta Panorama, cargado de actualidad política y crítica social, con brujas desahuciadas, intrigas religiosas, votaciones no precisamente limpias y pactos electorales de alcoba. Todo ello con actores aficionados y letristas del propio pueblo, que transformaron temas como Hotel California o La Gozadera en desternillantes historias cantadas en clave local.