«Cazadores de sentimientos» a lomos de una vieja bicicleta

Francisco Balado Fontenla
fran balado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

23 gallegos formaron parte del pelotón internacional en la segunda edición de la Eroica Hispania celebrada en La Rioja

11 jun 2016 . Actualizado a las 11:56 h.

El pelotón ciclista más peculiar y anárquico del planeta recorrió las carreteras y los caminos de piedras entre viñedos que transcurren acariciando el río Ebro a su paso por la Rioja Alta. Un total de 815 corredores, llegados desde Nueva Zelanda, Japón, Italia o Estados Unidos, y entre los que se encontraban 23 gallegos, tomaron la salida en la localidad de Cenicero en la segunda edición de la Eroica Hispania, una prueba retro en la que para participar se exigen requisitos como una bicicleta fabricada antes de 1987 (con calapiés en los pedales y palancas de cambio en el cuadro) o un vestuario acorde al ciclismo de antaño. Por supuesto, también se requieren unas buenas piernas para completar, al gusto del consumidor, los 63, los 112 o los 198 kilómetros de los que constan cada uno de los tres exigentes y bellos recorridos rompepiernas trazados por la organización.

A lomos de sus bicicletas de acero, los participantes saltaron una y otra vez de un lado al otro de las dos riberas del río que marca los límites entre La Rioja y Álava; durante algunos tramos, coincidiendo con los peregrinos que caminan rumbo a Santiago para darle un abrazo al apóstol.

Alejandro Pis
Alejandro Pis

El coruñés Alejandro Pis, afincado en Málaga desde hace un par de años, donde trabaja como comercial de firmas deportivas, fue uno de los que no faltaron a la cita. Hace unos días fue sorprendido por sus amigos en su 40.º cumpleaños con un regalo en forma de inscripción, el viaje y un maillot clásico para participar en la prueba. «Fui con mi amigo Ángel en una autocaravana. Nos lo hemos pasado genial. Estaba todo muy bien organizado. El año que viene estamos pensando en repetir, pero a lo mejor intentamos dar el salto a la del Reino Unido. Aún no puedo concretar a cuál, pero a alguna Eroica vamos a ir seguro», garantiza.

Enfundados en maillots de lana con los colores defendidos en otro tiempo por leyendas de la carretera como Federico Martín Bahamontes, los inseparables Coppi y Bartali o un jovencísimo Perico Delgado, todavía con la cinta de Reynolds en la frente, tocados con gorras y chichoneras, y recargados con accesorios como tubulares y cámaras de repuesto enredados a la espalda o gafas más propias de un minero de principios del siglo XX que de un deportista, los participantes fueron cubriendo una cartilla a su paso por los distintos puntos de control al tiempo que reponían fuerzas en los puntos de avituallamiento.

La idea de la Eroica nació en la Toscana italiana en 1997 de la mano de Giancarlo Brocci, un romántico empeñado en la preservación y conservación de las últimas pistas de tierra de la región a través del ciclismo. En su primera edición, según sus propias palabras, participaron 92 «cazadores de sentimientos». Desde entonces ha logrado crecer de forma sostenida, hasta el punto de que en primavera el pelotón ciclista profesional deja el asfalto para recorrer las mismas pistas de la campiña que los heroicos italianos en la prueba conocida como la Strade Bianche (Carreteras Blancas), en cuya última edición se impuso en la meta fijada en la plaza del Campo de Siena el ciclista suizo del Trek Fabian Cancellara. La Eroica también se ha exportado con éxito a otros siete rincones del planeta: California, Uruguay, Sudáfrica, Holanda, Reino Unido, Japón y, desde hace dos años, España.