En concierto

Beatriz Pallas ENCADENADOS

SOCIEDAD

05 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacer fotos ha dejado de ser aquel momento especial en el que se calculaba con precisión en qué se gastaban los 24 disparos del carrete. Ahora miramos tantas veces a través del filtro de la pantalla que lo que escatimamos son los instantes en que contemplamos las cosas cara a cara. La cantante Adele reivindicó estos días las costumbres pretecnológicas al abroncar desde un escenario de Italia a una mujer del público que la observaba a través del visor. «Estoy aquí, en directo, y puedes disfrutar el concierto en la vida real, mejor que a través de tu cámara», le reprochó.

Aunque en su último gran éxito Adele parece hacer un alegato anacrónico del teléfono fijo cuando dice aquello de «debería haberte llamado mil veces [...], pero nunca estabas en casa», es seguro que la cantante sabe que el público va a sus conciertos pertrechado con smartphones con los que no solo reciben llamadas desde fuera del hogar. También pueden hacer fotos y vídeos en directo que suben a Internet con una inmediatez que parece imparable. Sucedió con sus dos actuaciones en Barcelona, que se podían seguir con puntualidad en las redes sociales, igual que la de Paul McCartney en Madrid, seguida minuto a minuto.

Antiguamente intentar entrar con una cámara a un concierto te convertía en un espía sospechoso. Lo que ocurría entre aquellas cuatro paredes se quedaba, como en Las Vegas, entre cuatro paredes. Ni fotos, ni mucho menos vídeos. Los más audaces colaban de estraperlo alguna grabadora de las de casette. Por el recuerdo. Y solo en casos muy puntuales, la televisión lo registraba y lo emitía posteriormente. Hoy los conciertos han desaparecido de la programación, pero las cámaras llegan a todas partes.