Tres corazones para una casa

r. d. seoane A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Marcos Míguez

Dolores y sus hijas gemelas, Laura y Úrsula, comparten hogar y enfermedad. Las tres tuvieron que ser trasplantadas en el Chuac. Hoy ejercen la alegría agradecida de vivir

28 oct 2019 . Actualizado a las 17:43 h.

Lo de tener un corazón que no les cabe en el pecho saben muy bien de qué va en casa de los Cameán Buño. Por partida triple. Aunque no lo podían ni sospechar cuando hace casi 21 años Dolores, la madre de familia, empezó a sentirse mal. «Neniña, tes que ir á Coruña porque isto xa non está nas miñas mans», le dijo el médico a esta vecina de Sofán, en Carballo. Pasaba poco de los 30 y una miocardiopatía dilatada le quitaba el aliento para aturar a sus gemelas, Laura y Úrsula, aún niñas. «Éramos cinco na casa e eu xa non era capaz de fregar os pratos dos cinco», resume. Fue tirando hasta que con 36 entró en lista de espera. «Meu home dicíame: ‘¿ti sabes ben o que fas? ¡Vas morrer!’». Por madre, su angustia sobre un futuro sin ella era doble: «Acordaba moito das nenas, pero a elas quedáballes seu pai; a miña nai, que?», pensaba. 22 días tardó en llegar un corazón que la pilló preparando el cocido. «Estáballe a dicir ‘mamá, cando te operen ¿abrirante cun coitelo?’. E soou o teléfono», recuerda Úrsula. El 12 de junio del 95 la operaron y dejó el Chuac con 43 kilos. La esperaban «os caldos suaviños da miña nai».

Nada hacía pensar entonces que la historia se repetiría con apenas tres años de tregua. «Era un día de moita xiada e pensei que por iso me custaba tanto subir as escaleiras do instituto», cuenta Laura de los momentos previos a caer desplomada en gimnasia. Ni en urgencias pensaban que una chavala de 17 años pudiese llevar una bomba dentro. Acabó en la uci y aguantó solo unas semanas hasta que el pecho dijo basta. Había heredado algo más que la sonrisa de su madre. «Pensei que morría, non era capaz de alentar, as enfermeiras abanicábanme porque a min faltábame moito a vida» explica de sus últimos pasos previos. Entró en urgencia cero, la prisa que da prioridad sobre toda España ante el primer órgano. Pero en su misma situación estaba otra joven en Barcelona. El 3 de junio de 1998, la cruz de unos se les puso de cara. Dejó un par de corazones en esa lista de desespera. Laura poco puede contar de aquellas horas: «Non sei como é o quirófano porque xa nin sequera vía, ía cega, só sei que ten que ser frío». No olvida sin embargo hasta qué punto encararse con la muerte empuja a exprimir la vida. «Subíuseme á cabeza, quería facer todo o que non debía, ir á discoteca chea de fume, comía sen xeito...».

La adversidad, sin embargo, la volvió a colocar en su sitio cuando fue su gemela, Úrsula, a la que le tocó la tercera en la frente. Apenas había pasado año y medio. Sabían que tenía el mismo mal, pero no la prisa con la que avanzaba cada vez que llamaba a la puerta de su casa. Una navidad, el primer champán le descolocó el cuerpo casi sin tiempo a reaccionar. El 13 de enero del 2000 ya estaba trasplantada. «Eu pedín que me operara o mesmo médico que a miña irmá», cuenta Úrsula, que bromea con que le dijeron que saldría hablando portugués del quirófano por el origen de su donante. «‘Como si saio xitana’, díxenlles eu». Su recuperación fue meteórica. Con cicatriz del cuello al ombligo, «ó día seguinte xa pedín un cortaúñas para os pés; ¡A Crespo flipou!», dice de la cara que puso su cardióloga.

 Con 36 años, casi tantos de corazón nuevo como de viejas agonías, bregadas son las Cameán Buño. «Para nós é case como sacar unha muela», se ríe Laura, que se pone seria para hablar de gravedad: «É moito peor un ictus ou un cáncer», dice convencida espantando males antes de hacer campaña por la donación: «Solo se hai que por na sangue do outro».

Han pasado ya mucho juntas -llegaron a estar ingresadas las tres a la vez- y juntas siguen viviendo la alegría de un día a día lleno de la reconfortante cotidianeidad. Sus tareas, ir a la playa, sus parejas, viajar... «Igual pensan que quedamos esmirriadas, pero de iso nada; fago a mesma vida ou mellor que antes», dice una. «A min dinme que remoceei», añade la madre. El padre de familia guía sus días con una frase, «mirade ben o que facedes, unha oportunidade xa tivestes», y Dolores no se cansa de dar las gracias: «O transplante é moi valioso, os médicos fan marabillas pero se non hai materia prima... comprar non o podes comprar. Valoras a vida o dobre». O el triple.