«Chernóbil afecta a menores nacidos veinte años después»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

MIGUEL VILLAR

El colectivo trae a Galicia a niños de las zonas contaminadas por la fuga ocurrida hace ahora 30 años

27 abr 2016 . Actualizado a las 20:09 h.

En el año 1995 un grupo de familias del rural ourensano se unieron para traer en verano a niños de orfanatos rusos en zonas afectadas por Chernóbil. Aquel pequeño grupo se constituyó como asociación en el 2002 y se extendió por Galicia. En la actualidad el colectivo trae 60 y 70 niños.

-¿En qué ha cambiado el funcionamiento en estos años?

-No en lo esencial, pero sí en algunos aspectos como la sensibilización y el apoyo desde las instituciones. Durante bastantes años estábamos, en ese sentido, solos. Había cierta desconfianza por parte de las instituciones porque nosotros no fuimos creados bajo el paraguas de los servicios sociales de los ayuntamientos; no somos una organización paraoficial como pueden ser otras que traen niños extranjeros a Galicia y que, quiero que quede claro, hacen una labor excepcional. Nosotros no teníamos ningún tipo de apoyo o ayuda. Hoy seguimos haciéndolo todo nosotros, sin cuotas o personal contratado. Solo algunos ayuntamientos nos van apoyando.

-¿Qué supone esa ayuda?

-Entre un 20 % o un 25 %del coste total del proyecto, pero aquí no discriminamos a las familias por si su ayuntamiento da o no da; todo es a prorrata, tanto los gastos como los ingresos.

-¿Los niños siguen viniendo de orfanatos?

-Hace cuatro años que dejamos de trabajar con los orfanatos porque las condiciones que ponían limitaban mucho la estancia con las familias, y eso es lo que buscamos: continuidad. No solo que estos niños convivan en un entorno familiar, porque son niños que no se relacionan y viven detrás de una empalizada casi todo el año; sino también para la descontaminación y para su desarrollo físico. Es esencial que vengan lo más jóvenes posible y que repitan los más años posibles hasta los 17, que es el límite.

-¿De dónde vienen ahora?

-De Briansk, pero son niños que están en casas de acogida. Es un proyecto que están promoviendo las autoridades rusas, quitándolos de los orfanatos para precisamente fomentar ese desarrollo en un ambiente más propicio; que tengan otro tipo de educación.

-¿Todavía se notan físicamente en los niños de hoy las secuelas?

-Sí, aunque es indudable que ha mejorado su vida. Pero a pesar de que estos niños nacieron más de dos décadas después de la fuga se les sigue notando, incluso en cuestiones apreciables a simple vista, como en su dentadura o en el pelo; y la mejoría en el crecimiento, el peso y la altura, es generalizada. Las consecuencias aún están ahí y es un problema tremendo. Hemos creado algo que no somos capaces de solucionar. Sabemos cómo funciona la radiación, pero cuando hay un fallo y se produce un problema, algo tan pequeño como fue Chernóbil pudo envenenar todo el hemisferio norte si no fuera por 700.000 liquidadores, de los cuales solo quedan ya la mitad.

-¿Cree que la sociedad se ha olvidado de Chernóbil?

-Ahora con el 30 aniversario hay más cosas en los medios, pero en general se habla mucho de la incidencia de Chernóbil en Ucrania o en Bielorrusia, pero muy poco en Rusia, cuando allí cayó el 30 % de la radicación; muchísimo más que en el resto de las naciones. Es increíble cómo se silencia todo lo relativo a Rusia, pero la región de Briansk, la de Oriol, la de Kaluga o la de Tula están afectadas por aquello. Es una extensión como cuatro veces España. Para que no llegase a Moscú echaron bombas sónicas y precipitaron la lluvia sobre la región de Tula, que de sus 21 distritos tiene 19 altamente contaminados.