Una técnica de luz infrarroja mejora la extracción de células y tejidos

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

UAM

La investigación, dirigida por el gallego Luis Liz Marzán, alcanza tasas de supervivencia del 100 %

12 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El cultivo de células en laboratorio es un proceso esencial en la investigación biomédica. Estas células, una vez extraídas cuando alcanzan su madurez, son fundamentales, por ejemplo, para el desarrollo de fármacos, pero también se emplean en áreas tan diversas como la inmunología, la virología o la biotecnología y ahora mismo son la gran esperanza para la medicina regenerativa y la ingeniería de tejidos. O, lo que es lo mismo, la sustitución de las células y órganos dañados del organismo por otras sanas. Pero ocurre que los métodos convencionales que se utilizan para extraerlas de las placas de cultivo, bien de cristal o de plástico, son muy agresivos y provocan mortalidad en las células, lo que supone también una importante pérdida económica. Este problema está en vías de solución con una nueva técnica que ha sido desarrollada por un equipo dirigido por el investigador gallego Luis Liz Marzán en el centro vasco de investigación en biomateriales CIC biomaGUNE.

El grupo ha desarrollado un innovador método que combina la utilización de luz infrarroja con el uso de nanopartículas plasmónicas, las propiedades ópticas de los materiales a escala nanométrica. De esta manera han logrado recolectar células de las placas de cultivo con un porcentaje de éxito cercano al 100 %, lo que supone «un nivel de viabilidad desconocido hasta el momento». El procedimiento, para el que ya se ha solicitado una patente europea, se ha publicado en la revista científica Angewandte Chemic Internacional Edition, que la ha destacado como uno de los trabajos más relevantes.

«La supervivencia de las células es mucho más eficiente», constata el lucense Liz Marzán, que recientemente ha conseguido acogerse al programa Prueba de Concepto, del Consejo Europeo de Investigación (ERC) dirigido a apoyar su innovación para llevarla al mercado. El objetivo, de hecho, es que la investigación pueda llegar a ser explotada comercialmente.

La técnica no solo ha funcionado en células aisladas, sino también en aquellas que forman agrupaciones en varias capas. Este último perfil es especialmente interesante, ya que estas colonias celulares son las más adecuadas para su utilización en ingeniería de tejidos. «Hemos comprobado que funcionan muy bien, pero ahora también tenemos que demostrar, en ambos casos, que no solo sobreviven, sino que también mantienen su actividad metabólica», precisa Marzán.

Calor para despegar

Las nanopartículas plasmónicas se colocan en la superficie de las placas, en el sustrato que une a las células con el plástico o el cristal que se utilice en cada caso. Luego se iluminan con una luz infrarroja, ante la que reaccionan aumentando su temperatura, lo que permite que se despeguen con relativa facilidad y se puedan extraer. Esta luz es muy suave, por lo que tampoco les causa ningún daño.

«En el caso de cultivar tejidos para su implante en personas, la integridad de las células es fundamental, ya que estamos hablando de un cultivo que va a formar parte de una persona», explica Juan José Giner-Casares, otro de los investigadores del equipo coordinado por Liz Marzán, que también es el director científico del CIC biomaGUNE.