España, protagonista de la misión de Europa que buscará vida en Marte

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

SOCIEDAD

ESA

Toda la coordinación científica se realizará en el centro que la ESA tiene en Madrid

13 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Metano en Marte? Imposible. Es la nítida respuesta que se daría a esta pregunta hace unos años, pero el hallazgo de trazas de este gas, que podría indicar la existencia de vida o actividad geológica hasta ahora desconocida, en el 2004 por parte de la sonda europea Mars Express y en el 2014 por el robot de la NASA Curiosity han hecho variar el planteamiento. La cuestión ahora es concretar si el descubrimiento previo fue algo casual o si esta sustancia existe realmente en el planeta rojo y, si es así, cuál es su fuente, la pista esencial, junto con el agua, para resolver la gran interrogante: ¿existe o ha existido alguna vez actividad biológica en Marte? La respuesta definitiva podría llegar con ExoMars, la misión más ambiciosa de la Agencia Espacial Europea (ESA), con un presupuesto de 1.300 millones de euros, que mañana pondrá rumbo hacia el planeta rojo tras su lanzamiento desde Kazajstan impulsada por un cohete Protón. Europa no irá sola en esta aventura, sino que estará acompañada por la agencia rusa Roscosmos después de que la NASA se descolgara del proyecto en el 2012 aludiendo problemas financieros.

Tanto para Europa como para Rusia la misión, que tendrá una segunda parte en el 2018, supondrá también la oportunidad de saldar una deuda con su historia espacial: demostrar que poseen la capacidad tecnológica como para hacer descender un módulo de un orbitador, frenarlo de forma controlada en una tenue atmósfera y aterrizarlo con éxito. Es algo que la NASA ha logrado hacer con relativa frecuencia, aunque también ha tenido sonoros batacazos por el alto riesgo de estas acciones. La ESA, de hecho, fracasó en su primer intento: el amartizaje del rover Beagle en el 2004. El desafío continuará dos años después, ya que en este caso el objetivo no solo será situar un robot en Marte, sino que se pueda desplazar por el planeta, tal y como ahora hacen el Curiosity y el Opportunity de la NASA.

Buena parte del éxito de la conquista europea de Marte dependerá de España, que en esta misión tiene un protagonismo mayor del habitual. La coordinación de todas las operaciones científicas se realizará desde el Centro Europeo de Astronomía Espacial, que la ESA tiene en Villanueva de la Cañada (Madrid). El país también asume el 6,7 % del presupuesto de un proyecto en el que han participado empresas locales como Elecnor Deimos, Sener, Thales Alenia, Casa o Crisa. Además, uno de los instrumentos claves del orbitador TGO para el estudio del metano y de otros gases como el vapor de agua u óxidos de nitrógeno fue diseñado por el Instituto Astrofísico de Andalucía (IAA). Se trata del Nomad, que incluye dos espectrómetros de infrarrojo y uno ultravioleta para la identificación de los compuestos de la atmósfera de Marte. «Desde aquí realizaremos la gestión de todos los instrumentos científicos de la misión», asegura el ingeniero coruñés Alejandro Cardesín Moinelo, uno de los responsables de operaciones de ExoMars.

La nave más grande

El orbitador TGO, la nave más grande enviada por Europa al planeta, con 3.700 kilos de masa, llegará a Marte el 19 de octubre. Tres días antes liberará el módulo de aterrizaje Schiaparelli. Durante los seis minutos de descenso tomará datos de la atmósfera y de las condiciones ambientales del planeta, trabajo que continuará ya en superficie si se logra el ansiado amartizaje controlado. Entretanto, la sonda iniciará el camino para alcanzar, casi un año después, su órbita objetiva e iniciar así su función estrictamente científica.

«Hace 3.500 millones de años pudo haber vida»

«Hace 3.500 millones de años había agua líquida en la superficie de Marte, y posiblemente vida también», explica Leo Metcalfe, el jefe de operaciones científicas de la misión, un irlandés que trabaja en España. Lo hace con el ingeniero coruñés Alejandro Cardesín, que apunta que la segunda parte de la misión, ExoMars2018, será más importante aún, porque incluirá un laboratorio de exobiología que podrá hacer «el análisis de moléculas orgánicas y biomarcadores más detallado que lo que se haya hecho nunca». El objetivo posterior, en futuras misiones, pasa por traer muestras de suelo marciano a Tierra. «A partir de ese momento se podrá pensar en el gran salto hacia el envío de seres humanos a Marte», dice Cardesín. Podría ser en dos décadas.