Los evangélicos gallegos difunden su fe en más de cien iglesias en Galicia

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

SOCIEDAD

La comunidad protestante está representada en todas las comarcas -es la segunda confesión religiosa de la comunidad- y data de 1875

31 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El padrón municipal de la ciudad de A Coruña incluía en 1882 a un vecino natural de Bealo (Boiro), Manuel Sendón Rey, que describía su actividad laboral con el actualmente extinto oficio de colportor. Bajo este nombre se describía a un vendedor ambulante, nada extraño por otra parte, pero que, en vez de la mercancía habitual del siglo XIX, vendía biblias. Era uno de los líderes del naciente movimiento evangélico o protestante que se había establecido en Galicia en 1875. Los colportores fueron unas figuras muy populares -y también vilipendiadas por los enemigos de la libertad religiosa- en la España anterior a la Guerra Civil. Un intelectual de la talla de Manuel Curros Enríquez desarrolló esta profesión durante un tiempo cuando vivió de joven en Madrid. Allí era miembro de una iglesia evangélica -fue bautizado por inmersión en el Manzanares-.

Más de 140 años después, los evangélicos gallegos representan a varios miles de personas, son la segunda confesión religiosa de Galicia y se hallan en plena expansión. Algunas estimaciones los elevan a entre 5.000 y 9.000, en más de cien iglesias y puntos de misión en las cuatro provincias. Están más representados en las ciudades y en la costa, pero los hay en todas las comarcas y forman comunidades arraigadas en lugares tan diferentes como Marín, Ares, Ribeira, Vilar (Silleda), Vigo, A Coruña o Lugo. No es posible ser más precisos con el número total porque los protestantes de Galicia no pertenecen a ninguna estructura jerarquizada, a semejanza de la iglesia católica o de las estatales como la luterana o la anglicana.

Aquí predominan abrumadoramente las llamadas iglesias libres, es decir, sin una vinculación a un estado y en muchísimos casos, se trata de congregaciones independientes unas de otras que se relacionan entre sí por la común fe que las une. No busquen entre los protestantes gallegos un papa, ni un arzobispo. Solo hay un órgano representativo ante la Administración, el Consello Evanxélico de Galicia, que aglutina a 47 iglesias en siete grupos o movimientos protestantes.

El Consello es un organismo representativo. No puede actuar en los asuntos internos de cada congregación, ni tampoco pautarles su doctrina ni su práctica. Todas sus iglesias miembros coinciden en un credo básico, pero después las peculiaridades de cada rama del diverso mundo del protestantismo gallego se desarrollan con total libertad.

Los locales son fácilmente identificables. En muchos casos, un sencillo cartel de «iglesia evangélica» o «centro cristiano» refleja su misión. En otros, sobre todo los procedentes o influidos por corrientes ideológicas más recientes, los nombres son más largos. Los cultos, principalmente los celebrados los domingos, son abiertos al público. No busquen imágenes, ni misa, ni sacerdote con vestimenta talar. La mayoría son iconoclastas, es decir, no aceptan ni pinturas ni esculturas en sus templos y creen en el sacerdocio universal de los creyentes, no existe una clase sacerdotal. Los pastores, en aquellas iglesias que los tienen, pueden casarse y tener hijos. Muchos comparten su cometido religioso con una profesión secular. En algunas congregaciones, las mujeres tienen pleno acceso a todas las funciones, en otras no y en cada cual son sus miembros los que lo deciden.

El impacto social se despliega en numerosas oenegés, canalizando de esta forma un papel que realizaron desde su llegada. En el siglo XIX, en una Galicia medio analfabeta, misioneros extranjeros y españoles abrieron escuelas gratuitas, lo que sirvió de revulsivo a los católicos para las suyas. La alfabetización era importante, porque la lectura personal de la Biblia es muy relevante en su vida religiosa. Un ejemplo de esta circunstancia se ve en Marín. En 1882 los evangélicos Tomás Blamire y Francisco Pais abrieron una diaria y una nocturna. Pocos años después Marín empezó el siglo XX con más escuelas que cualquier localidad de su entorno. Hoy los evangélicos gallegos son responsables de muchos centros de rehabilitación de toxicómanos, comedores sociales y roperos.

Tras más de un siglo de discriminación, la fe evangélica se mantiene activa y, superando los problemas que se les causó en el pasado desde los sectores sociales más cerrados, hoy conviven con los demás ciudadanos sin dificultad. Eso sí, la mayoría no son ecumenistas. Aferrados a sus biblias y al lema básico de la Reforma -la justificación por la fe sola en Cristo- para muchos lo que digan incluso un papa como Francisco, les es indiferente.