Los Nobel premian a los refugiados y a la democracia tunecina

daniel roldán MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

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«Alfred Nobel hubiera actuado contra el radicalismo», dijo el presidente de la fundación, Carl-Henrik Heldin

11 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los premios Nobel se entregan en la península escandinava. Oslo, primero, y Estocolmo después, se engalanan para recibir a los invitados y homenajear a personas o instituciones que intentan que este planeta sea mejor. Pero este año, los galardones más importantes olían a humus, falafel y salitre; a pólvora y destrucción; a esperanza y jazmín. A esos olores que dominan el Mediterráneo, convertido en un mar de dudas, guerras y donde una pequeña luz brilla. Ese Túnez que recibió en Oslo su reconocimiento por el diálogo que ha convertido el país en una esperanza para el mundo árabe. Una frágil democracia, sí, pero democracia al fin y al cabo que el Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino -formado por el sindicato UGTT, la patronal Utica, la Liga Tunecina de los Derechos Humanos (LTDH) y la Orden Nacional de Abogados- quiere que se intente en Libia y Siria, de los que están huyen miles de personas que buscan un futuro.

Pero Europa poco ayuda. Solo 184 refugiados de los 160.000 previstos han sido reubicados. Ante esta rigidez, el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, quiere que Europa actúe. En su discurso, se mostró convencido de que su compatriota estaría enojado al comprobar que «el nacionalismo y la xenofobia» todavía prevalecen en la Europa del siglo XXI. «Y con profundas consecuencias, como la incapacidad de las sociedades para ocuparse de la tragedia de los refugiados», exhortó Heldin ante los reyes Carlos Gustavo y Silvia, que presidieron la ceremonia. El máximo responsable de la institución recordó que Nobel era un defensor de los valores humanos y que hubiera actuado «contra el radicalismo». Wätsberg, encargado de presentar a la ganadora del Nobel de Literatura, aprovechó la obra descarnada de Svetlana Alexiévich sobre la sociedad soviética para pegarla a la realidad. «Sus historias sobre la tenacidad y el valor de los desamparados son más apropiados que nunca», indicó antes de que a la autora de La guerra no tiene rostro de mujer recogiera el certificado del premio (unos 860.000 euros), el diploma y la medalla conmemorativa.

En el caso del Cuarteto tunecino, la medalla se expondrá en el Museo Nacional del Bardo, donde un ataque del Daesh dejó 25 muertos en marzo. «La lucha contra el terrorismo es una prioridad absoluta», declaró Houcine Abassi, secretario general del sindicato UGTT. La presidenta del comité Nobel, Kaci Kullman Five, consideró que los ataques necesitan una respuesta internacional. El Cuarteto recibió el premio por contribuir a salvar la frágil democracia de Túnez en el 2013, organizando un «diálogo nacional» entres islamistas moderados y oposición.

Abassi también apostó por la eliminación de las zonas de conflicto, entre las que está Tierra Santa. «Necesitamos eliminar los puntos calientes en todo el mundo, particularmente la resolución del tema palestino y permitir al pueblo palestino el derecho a la autodeterminación en su tierra y construir su Estado».