Obama se suma al pacto jurídico por el clima

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Aumento de las temperaturas
La Voz | Reuters

Un acuerdo vinculante de mínimos o uno voluntario de máximos, el dilema de la cumbre

02 dic 2015 . Actualizado a las 15:52 h.

¿Un tratado jurídicamente vinculante que, al igual que el Protocolo de Kioto, establezca compromisos que cada país debe cumplir obligatoriamente por ley, aunque sea un pacto de mínimos, o un simple acuerdo ejecutivo, bajo el paraguas de la ONU, pero que, por contra, cubra objetivos mucho más ambiciosos para combatir el cambio climático? La respuesta constituye uno de los grandes escollos de la cumbre del clima de París y sobre esta cuestión pivota buena parte del éxito o el fracaso de la COP21. El objetivo final pasa por conseguir un acuerdo jurídico, postura defendida por la Unión Europea y la ONU y respaldada por Rusia, pero no será nada fácil. Y ello a pesar de que los defensores de esta tesis se encontraron ayer con un potente e inesperado aliado: Estados Unidos. Apoyo sorpresivo no por su presidente, Barack Obama, un ferviente entusiasta de la lucha contra el cambio climático, sino por el seguro rechazo de los republicanos, con mayoría en el Congreso y el Senado.

Obama obvió estas diferencias para asegurar ayer en la COP21 que «necesitamos alcanzar un acuerdo en París. Un acuerdo exitoso -añadió- debe ser legalmente vinculante para garantizar que los Estados cumplan con sus compromisos de reducir las emisiones de efecto invernadero». Es más, quizás en un exceso de entusiasmo o de ingenuidad, llegó a afirmar que su país cumplirá el acuerdo independientemente de quién esté en el poder. «La gente -dijo- puede confiar en que cumpliremos. Incluso si un partido diferente me sucede, una de las cosas que se encontrará es que cuando llegas a este puesto piensas de manera diferente a cuando eres candidato».

¿Podría existir un consenso sobre el carácter jurídico del acuerdo?

Podría, pero es muy difícil que ocurra, y más si se establecen revisiones cada cinco años para verificar que se cumple, lo que China podría interpretar como una injerencia en su autonomía. Un tratado jurídico con rango internacional necesitaría, además, en el caso de Estados Unidos, ser ratificado por su Senado y llevado previamente al Congreso, ambas cámaras de mayoría republicana. Más realista que Obama se muestra el presidente de la cumbre, el ministro Francés Laurent Fabius: «Nos guste o no, si llega al Senado, rechazarán el texto; debemos hallar una fórmula que sea valiosa para todos».

¿Cuál es la fórmula mágica?

No existe como tal, pero la opción realista es adoptar un acuerdo general que establezca un marco con obligaciones vinculantes para unos países y voluntarias para otros o una fórmula legal variable que pueda satisfacer a todas las partes. Una auténtica virguería legal. No sería fácil, pero esta solución llegó a ser esbozada por la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres.

¿Es preferible a un pacto vinculante de poco recorrido?

Aunque por ahora con la boca pequeña, ya hay países que empiezan a considerar que sería positivo un ambicioso acuerdo mundial para la reducción de gases con carácter voluntario. En una negociación complicada en la que intervienen 196 partes incluso podría verse como un éxito, sobre todo si se tiene en cuenta que cualquier Estado puede ejercer el bloqueo.