Los graduados gallegos sufren más paro que la media española 

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

En la OCDE solo están peor los de Italia, Portugal, Grecia y Eslovaquia

25 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Estudiar un doctorado es, en Galicia, España y en general en Occidente, sinónimo de trabajo -9 de cada 10 lo tienen-, pero si en vez de este título se baja hasta el grado, la situación es muy diferente según el sitio dónde se viva, y en esa comparación Galicia sale perdiendo: del 82 % de graduados con empleo en la OCDE se pasa al 76 % si son gallegos (un punto menos que en España). En siete comunidades españolas, en cambio, se supera sin problema el 80 % de empleos, y en muchos países 9 de cada 10 tienen trabajo (de Islandia a Noruega, pasando por Suecia o Suiza); solo están peor que Galicia los graduados de Grecia, Italia, Portugal y Eslovaquia.

Los datos se dieron a conocer ayer en el informe Panorama de la Educación (Education at a Glance) de la OCDE, en general Galicia no está muy mal situada en formación. Según las estadísticas que baraja la entidad, el 43 % de los gallegos de 25 a 34 años tiene educación terciaria -universidad- frente al 41 % de los españoles y los occidentales de la misma edad. Para Galicia ha sido un verdadero salto, ya que, si ampliamos el foco a las generaciones anteriores, estudiar una carrera era algo solo al alcance de un tercio de la población: entre los gallegos de 25 a 64 años, solo el 33 % la tiene (en España es el 35 %) frente al 54 % de los canadienses o el 44 % de los estadounidenses. Si se va para atrás en el tiempo la situación empeora exponencialmente para España (no hay datos específicos de Galicia): solo 1 de cada 5 españoles de 55 a 64 años tiene una carrera, cuando Estados Unidos se mantiene en las cifras anteriores, un 41 %, igual que Canadá y su 45 %.

El profesor «necesita» evaluaciones

El último informe de la OCDE Educación se divide en cinco grandes capítulos, dos de los cuales relacionan formación, trabajo y sueldo; otros dos se centran en los estudios de la población; y el quinto es para los docentes. Sobre estos, España muestra, según el informe, una carencia en la evaluación de su trabajo.

El 70 % de los maestros españoles ejerce en la escuela pública, lo que quiere decir que para entrar ha de aprobar un examen de ingreso, la oposición. Pero a partir de ese momento no hay establecido ningún sistema de control de los docentes, ya que solo se someten a una evaluación inicial y periódica si quieren optar al puesto de director del centro.

En cambio, en la mayoría de los países analizados -dice el trabajo de la OCDE- «los resultados de la evaluación regular del profesorado sirven para tomar decisiones informadas sobre actividades de desarrollo profesional del profesorado» y «un mal resultado tiene consecuencias», como ocurre en 16 países, donde se exige una evaluación posterior. En 11 Estados, además, se vincula al salario. Y la formación continuada para los docentes de 10 países es obligatoria, cuando aquí solo es voluntaria aunque está relacionada con el cobro de los sexenios.

La inspección y la dirección

Pero aunque la tendencia en Occidente es evaluar a los profesores con alguna consecuencia, esta idea no parece tener mucho eco entre la profesión española. Ayer mismo, y a raíz del Panorama de la Educación, los sindicatos de enseñanza, aunque admitieron que no hay evaluaciones específicas en el sistema educativo español, aseguraron que los docentes españoles «no están dejados de la mano de Dios». El presidente de ANPE, Nicolás Fernández Guisado dijo a Europa Press que los profesores se someten a controles de inspección educativa, además de los del equipo directivo de los centros. Por su parte, el secretario general de la Federación de Enseñanza de CC.?OO., Francisco García, apuntaba al nunca aprobado Estatuto docente y al modelo de desarrollo de carrera profesional para enmarcar una evaluación reglada, además de recalcar que España dejó «fuera del sistema a más de 30.000 profesores», lo que desequilibra a cualquier profesión y gestión de futuro.

Escolarizarse a los tres años marca la diferencia

En España, como en otros muchos países de la OCDE, los ingresos de los padres tienen menos impacto en los ingresos individuales que el nivel educativo alcanzado por uno mismo, aunque sí es cierto que si unos y otros cursaron una carrera, ambas suelen ser de ámbitos de estudio similares. 

Pero el esfuerzo personal en los estudios terciarios, dicen las estadísticas, son los que definen el futuro del ciudadano. Otra cosa es llegar hasta la universidad, ya que el entorno sociocultural y económico es fundamental para minimizar el riesgo de abandono antes de terminar la educación obligatoria.

En ese contexto, el estudio apunta en un hecho que en la actualidad despierta cierta polémica: la escolarización temprana. Según el Panorama de la Educación, «los alumnos de 15 años que cursaron al menos un año de educación infantil [de 3 a 5 años] obtienen mejores resultados en el examen PISA que quienes no lo hicieron, incluso teniendo en cuenta su contexto socioeconómico». Claro que si este es negativo, acudir a la escuela infantil marcará la diferencia: «Entre los alumnos inmigrantes de 15 años que llegaron a su país de acogida antes de los seis años, la diferencia en los resultados entre los que cursaron infantil y los que no equivale aproximadamente a dos años de escolarización». 

En ese sentido, España tiene unos índices de escolarización muy altos, del 97 %, sobre todo a partir del 2005 -antes no era gratuita y no era de obligado ofrecimiento- lo que puede traducirse en una mayor equidad en los estudios PISA del futuro.

En la OCDE la media se sitúa en el 74 %, aunque en Europa del Norte ronda, como España, el cien por cien. En Estados Unidos, en cambio, es del 40 % a los tres años y del 70 % a los cuatro.