Francisco se encontró este lunes con 5.000 de ellos, entre los que habái 400 españoles, y pidió que terminen los prejuicios contra esa etnia
26 oct 2015 . Actualizado a las 20:27 h.El papa Francisco se encontró este lunes con 5.000 gitanos en el Aula Pablo VI del Vaticano y pidió que terminen los prejuicios contra esa etnia, pero también les invitó a no dar ocasión para que se hable mal de ellos.
El encuentro del papa con los gitanos, entre los que había 400 españoles, fue organizado por el Pontificio Consejo de los Migrantes e Itinerantes en ocasión del 50 aniversario de la considerada histórica visita de Pablo IV a un campo de gitanos en Pomezia, a las afueras de Roma. La ocasión se convirtió en un encuentro en el que los asistentes vivieron con gran emoción la presencia del papa, sobre el que se abalanzaron para saludarle a su paso por el pasillo central, y por su parte el pontífice argentino pudo apreciar las canciones y bailes que pertenecen a las diferentes culturas del pueblo gitano.
Además, esta audiencia sirvió al pontífice para lanzar por una parte un llamamiento a la sociedad para que se eliminen de la convivencia todos los prejuicios que llevan a la discriminación, y, por la otra, un consejo al pueblo gitano para que busque la integración sin renunciar a su cultura. «Ha llegado el tiempo de erradicar los prejuicios seculares, recíprocas desconfianzas que a menudo son las bases de la discriminación, del racismo y de la xenofobia», les dijo el papa.
Y continuó: «Ninguno se tiene que sentir aislado, ninguno está autorizado a pisar la dignidad y los derechos de los otros. Es el espíritu de la misericordia quien nos llama a luchar para que se garanticen todos estos valores», agregó. Pero Francisco también implicó a los gitanos para que hagan todo de su parte para construir «lazos de fraternidad» e «integrarse en la sociedad».
Les indicó que para ello deben evitar «todo lo que no es digno de este nombre, como la falsedad, el fraude y los enredos y las trifulcas», y citó como ejemplo al beato gitano Ceferino Giménez Malla, conocido como El Pelé. «No déis a los medios de comunicación y a la opinión pública ocasión para hablar mal de vosotros», les pidió el papa. «Insto a una convivencia pacífica en la que las diferentes culturas y tradiciones preserven los respectivos valores en un comportamiento no de cierre y de contraposición sino de diálogo e integración», señaló.
Francisco se detuvo en su discurso en las «dificultades», como la falta de trabajo y las condiciones precarias de vida de muchos gitanos que ha conocido durante las visitas que ha realizado a algunas parroquias romanas en la periferia. «No queremos asistir a tragedias familiares en las que mueren niños por el hambre o entre las llamas, o son objeto en mano de personas depravadas», exclamó Francisco en referencia a algunos sucesos acaecidos en Italia.
Y también pidió que los jóvenes y mujeres gitanos no caigan «en el tráfico de droga o de seres humanos», añadió. Como ciudadanos, les advirtió el pontífice, «pueden contribuir al bienestar de la sociedad, respetando las leyes e integrándose a través de la emancipación de las nuevas generaciones»,
Al respecto, destacó la importancia de la escolarización de los niños gitanos para que puedan garantizarse un futuro. «Vuestros hijos tienen derecho a ir al colegio, no se lo impidáis», exclamó el papa, quien les reiteró que deben luchar por garantizarse este derecho.
La nota emotiva la puso cantaora de flamenco María José Santiago Medina, que junto con la guitarra de Francisco López Cepero se exhibieron ante el papa Francisco. La cantaora nacida en Jerez de la Frontera entonó primero «La canción sobre Ceferino» junto con un grupo de trece personas y la guitarra de Cepero y, tras abrazar al papa, le pidió poder cantar otra canción, «Carita divina», que no estaba prevista. También hubo un baile típico de algunos pueblos nómadas que viven en Italia, se rezó un «Padre nuestro» en lengua romaní y hubo testimonios de varias personas sobre la, a veces, dura vida de tantos gitanos.