«Llevo esperando cuatro meses solo para que me vean la cara»

Alfonso Andrade Lago
a. andrade REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN CARLOS GIL

Las usuarias exigen que se gestionen bien los recursos para acortar los tiempos

07 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ansiedad y angustia son las palabras que con mayor frecuencia repiten las parejas que han sufrido o sufren las listas de espera para reproducción asistida. Así viven las mujeres su lucha por convertirse en madres:

En el limbo de la lista de espera

Después de tres abortos de repetición, Verónica, que prefiere no revelar su verdadero nombre, fue derivada a la unidad de Reproducción Humana del Materno coruñés. El primer paso será una protocolaria cita con el ginecólogo para exponerle la situación. «Para eso envié la Folla de Derivación el 2 de febrero, me mandaron el recibí el día 12, y hasta hoy. Cuatro meses después sigo sin cita, en el limbo -lamenta Verónica-. Al mes ya estaba llamando por teléfono para protestar y en marzo presenté una reclamación. Todo sigue igual. Y esto es solo para una primera consulta; llevo esperando cuatro meses solo para que me vean la cara. Imagínate lo que vendrá después con cada prueba que me pidan».

Cuando telefonea le dicen que vaya pensando al menos «en un año». El Chuac le ha enviado una carta en la que asegura que sus responsables trabajan para reducir los tiempos de espera y que si, mientras tanto, su situación clínica presenta alguna variación, lo ponga en conocimiento de su médico de cabecera, una observación que a ella le parece «una falta de respeto».

Por suerte tiene ya un hijo, lo que reduce un poco su ansiedad por ser madre. «Pero si a mí me genera esta angustia, no quiero pensar lo que será para las parejas que no tienen niños», dice. Verónica valora la labor de los profesionales de la unidad, que «hacen lo que pueden», pero no oculta su enojo con la Administración: «No me da la gana de irme a la privada y pagar el dinero que vale esto. Si cotizo desde los 20 años, ¿acaso no tengo derecho a que me atiendan en la Seguridad Social?». Y añade: «¿Quién gestiona estos recursos en un país que tiene semejante crisis demográfica?».

La terrible barrera de los 40 años

Tres abortos de repetición había acumulado también esta viguesa en junio del 2011, cuando estaba a punto de cumplir 38 años. Acudió a la primera consulta en el Xeral en septiembre de ese año y, ante la posibilidad de que tuviese algún problema, le sugirieron que fuese pidiendo cita para fecundación in vitro (FIV) porque la lista de espera era larga. «Me dieron vez para el 14 de junio del 2014. ¡Casi tres años!».

Con el agravante de que superaría la barrera de los 40, que, en teoría, le impediría hacer FIV por la Seguridad Social. B. R. volvió a quedarse embarazada en el 2013, pero la desgracia quiso que perdiese al bebé a los ocho meses y medio de gestación, antes de que le descubriesen un problema en la sangre que era el origen de los abortos. «No sentía al bebé, se le paró el corazón. Es imposible explicar lo que significa esto para una madre -se emociona-, pero lo que es increíble es que unos días después, todavía en la cama del hospital, lo que tenía en la cabeza era el límite de los 40 años, el miedo a no poder ser madre por pasarme de la edad. Esa barrera es un horror -añade-, aunque es verdad que en el hospital me mantenían esa cita del 2014 a pesar de todo». Finalmente no la utilizó «por desavenencias con el centro» y decidió pasarse a una clínica privada. Hoy, con un tratamiento específico para su problema sanguíneo, está embarazada de seis meses.

Desgaste emocional

La coruñesa María, que trabaja en el sector sanitario, da fe con su propio testimonio del desgaste emocional que el largo y tedioso proceso tiene para las madres.

Los «seis meses» hasta la primera cita son lo habitual. «Primero le hacen una entrevista a la pareja para saber si son fumadores y otras cuestiones, y ya ahí les dan un volante para una analítica. Por los resultados esperas un mes y medio tranquilamente. Y luego, vuelta a pedir cita para el ginecólogo, para que valores las pruebas. Esto son sesenta días más», detalla.

Citología, análisis de esperma... Las pruebas se acumulan. El tiempo de espera, también. Más tarde, un contraste de útero, «y en ese punto del proceso termina mi caso porque tuve la suerte de que me quedé embarazada de forma natural», relata María, que se evitó así «los tratamientos. Entre la primera cita y la FIV pueden pasar tranquilamente dos años».

Otros dos años de demora cuando el asunto depende del Comité de Bioética de España

Las pruebas genéticas determinaron que la compostelana Carmen es portadora del gen del cáncer de mama, que podría transferir a sus descendientes. «Mi marido y yo quisimos asegurarnos de que nuestros hijos no heredarían el gen, y la forma de hacerlo es mediante el diagnóstico genético preimplantacional (DGP)». Esta técnica permite analizar los embriones y fecundar aquellos que no tienen problemas.

Se enteraron de que podían beneficiarse del DGP en el IVI de Vigo con cobertura de la Seguridad Social. Pero cada caso particular es estudiado antes con todo detalle por el Comité de Bioética de España, adscrito al Ministerio de Sanidad.

«Tardaron dos años en darnos una respuesta -recuerda Carmen-, porque se reúnen solo dos o tres veces al año, y si tienes suerte y tu papel está por encima en el montón y les toca verlo, pues bien. Y si no, a esperar a que el papelito llegue a la parte de arriba». La situación era «tan desesperante» que llegó un momento en que la pareja se planteó «correr el riesgo de un embarazo convencional, porque a lo mejor no pasaba lo peor».

Pero llegó el sí del comité y el DGP. Con la mala suerte de que un día antes de que le quitasen los óvulos le diagnosticaron un cáncer. Se los extrajo más adelante y le quedaron cuatro embriones (de 17) libres del gen cancerígeno que congeló antes de someterse a una operación y a tratamientos de quimio y radioterapia que desaconsejaban un embarazo posterior. «Terminé acudiendo a la gestación subrogada en Ucrania, un país en el que este tema está muy regulado y solo aceptan casos por motivos médicos, como el mío. Además, no todos podemos permitirnos el alto coste de la subrogación en Estados Unidos». Hoy disfruta de dos maravillosos bebés.