Adiós a una mente maravillosa

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

EMILIO NARANJO | EFE

El matemático John Nash, célebre por su teoría económica de los juegos y nobel de economía en 1994, perece junto a su esposa en accidente de coche

25 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

John Nash, el matemático que se hizo popular en todo el mundo gracias a la película Una mente maravillosa, que está basada en su vida, murió el sábado en Nueva Jersey en un accidente de coche. El matemático viajaba en un taxi con su mujer, Alicia Lardé, cuando el conductor perdió el control de vehículo al hacer un adelantamiento y se estrelló contra una valla. Tanto Nash, de 86 años, como su mujer, de 82, salieron despedidos del asiento trasero del coche y murieron en el acto. La policía explicó ayer que todo indica que ninguno de los dos llevaba puesto el cinturón de seguridad.

Nash fue uno de los mejores matemáticos del siglo XX. Ganó el premio Nobel de Economía en 1994 y el Premio Abel, uno de los galardones más importantes en matemáticas, este mismo año. Pero no fue nada de eso lo que consiguió que Nash fuera popular en medio mundo. Lo que consiguió hacer de él uno de los científicos más conocidos fue la película, Una mente maravillosa. Y la vida de John Nash fue, realmente, digna de un guion de cine. Incluso mucho más allá de lo que se cuenta en el filme.

Durante su infancia tuvo todos los rasgos de un niño superdotado: aprendía solo y a una edad mucho más temprana que el resto de los niños, pero a la vez tenía enormes dificultades para hacer amigos. Empezó estudiando química, porque su padre era químico, pero pronto descubrió las matemáticas. Tras obtener su licenciatura pidió una beca, para la que necesitaba una carta de recomendación del que había sido su tutor durante la carrera. En esa carta, su profesor escribió una sola frase: «Este hombre es un genio».

John Nash comenzó a trabajar en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en 1951. Allí conoció a la madre de su primer hijo, la enfermera Eleanor Siter, a la que abandonó cuando supo que estaba embarazada porque consideraba que la clase social de ella estaba muy por debajo de la de él. Poco después comenzó una relación con una de sus alumnas, Alicia Lardé, nacida en El Salvador y que se convertiría en la mujer de su vida y madre de su segundo hijo.

En 1958 el MIT le nombró catedrático, se había casado y Alicia estaba embarazada cuando comenzaron los primeros síntomas de su enfermedad: esquizofrenia paranoide. En la primavera de 1959, Nash renunció a su puesto en el MIT y fue internado en un hospital psiquiátrico. Sería el primero de los internamientos, todos forzados, que viviría a lo largo de los años. Mientras él estaba en el hospital nació su hijo, al que Alicia tardó un año en poner nombre porque opinaba que John también tenía derecho a decidir sobre la cuestión. Ese hijo, John Charles Martin Nash, acabó siendo, como su padre, matemático y esquizofrénico.

Divorcio y psiquiátricos

FRED PROUSER | REUTERS

En 1963, John y Alicia se divorciaron. La vida del matemático continuó alternando los períodos de cierta mejoría en su enfermedad con otros en los que era internado, siempre en contra de su voluntad como él recordó frecuentemente, en hospitales psiquiátricos. La enfermedad le provocaba alucinaciones visuales y auditivas. John Nash creía que había una conspiración contra él, unas veces eran comunistas, otras veces era su propio gobierno y otras incluso extraterrestres. Llegó a viajar a varios países europeos en los que pidió asilo a causa de esa supuesta persecución de que la creía ser objeto. En 1970 tomó una decisión: nunca más iba a ingresar en un hospital psiquiátrico y nunca más volvería a tomar los medicamentos antipsicóticos prescritos para el tratamiento de la esquizofrenia.

Decidió combatir su enfermedad con un enfoque intelectual. Aprendió a reconocer las alucinaciones y a rechazarlas sin más ayuda que su propia mente. Él mismo contó cómo la película sobre su vida obvió esta decisión. Explicaba Nash que la madre de la guionista del filme era psiquiatra y ella pensó que, si narraba la determinación del científico de abandonar la medicación, podría llevar a muchos enfermos de esquizofrenia a imitarle.

Volvió a vivir con su ex mujer, Alicia, que le acogió en su casa como huésped y le ayudó a integrarse en una pequeña comunidad: Princeton. Allí, donde sus excentricidades eran admitidas, el genio Nash comenzó de nuevo a llevar una vida más o menos normal: volvió a trabajar en matemáticas y poco después pudo reanudar sus clases. En Princeton, dónde era famoso por algunas de sus manías, como vagar por el campus en la noche o trabajar en la pizarra escribiendo ecuaciones en la madrugada, es dónde pasó el resto de su vida, con Alicia, con la que volvió a casarse en el año 2001.

Su trabajo matemático abarca una enorme cantidad de campos. El Nobel de Economía lo recibió por sus investigaciones en Teoría de Juegos y el premio Abel reconoció sus logros en geometría y ecuaciones diferenciales parciales. Una muestra de la amplitud de sus intereses la da su página web de la universidad de Princeton: «Actualmente estoy interesado en la investigación de la lógica, la Teoría de Juegos, la cosmología y la gravitación».

Tras conocer la noticia del mortal accidente, el actor Rusell Crowe, que interpretó el papel de Nash, tuiteó: «Mentes maravillosas, corazones maravillosos».