Más de cien gallegos tratan cada año la depresión con estímulos eléctricos

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / SANTIAGO

SOCIEDAD

La terapia electroconvulsiva, que ofrece la sanidad pública, tiene mayor potencial

02 oct 2019 . Actualizado a las 18:23 h.

El cine le ha hecho un flaco favor, pero la imagen distorsionada que algunas películas han ofrecido de la terapia electroconvulsiva dista mucho de ajustarse a la realidad. Puede que a algunas personas les siga asustando someterse a una breve descarga eléctrica, un temor injustificado según los especialistas, pero lo cierto es que a día de hoy es una de las técnicas más seguras y eficaces en psiquiatría y que en Galicia ofrecen desde hace años los grandes hospitales de la sanidad pública para los casos de depresión grave, trastorno bipolar y algunos tipos de esquizofrenia. En estos supuestos los enfermos, con tendencias reiteradas de suicidio o melancolía permanente, no responden al tratamiento farmacológico convencional.

Cuatro de cada 100.000 gallegos, en torno a 110, se someten cada año a este procedimiento en la red pública, según los datos dados a conocer en el curso de formación a profesionales organizado esta semana en el Hospital Naval de Ferrol por la Asociación Gallega de Psiquiatría y la Xerencia de Xestión Integrada, en el que participaron setenta profesionales, entre médicos y personal de enfermería.

El número de pacientes que se benefician de la terapia electroconvulsiva en Galicia, también conocida como electrochoque, es pequeño si se tienen en cuenta sus índices de aplicación en Estados Unidos o en algunos países europeos. El número de potenciales beneficiarios podría ser mayor, según creen los expertos. Pero, bien por desconocimiento o porque aún pesan las reticencias sobre esta técnica, este recurso público se desaprovecha.

«El procedimiento que utilizamos es muy distinto al que la gente puede pensar. Aquí no sujetamos al paciente a una cama para someterlo a descargas eléctricas. El enfermo que se somete a la intervención está completamente anestesiado», explica José Manuel Crespo Iglesias, organizador del curso y directivo de la Asociación de Psiquiatría de Galicia. El tratamiento no tiene nada que ver con lo que ha mostrado el cine: el paciente se acuesta en una camilla y durante la terapia se registran su ondas cerebrales y cardíacas y se le suministra oxígeno a través de una máscara. A continuación se coloca una pequeña aguja en una vena del brazo y se inyecta la medicación anestésica. Pocos segundos después se le administran los fármacos relajantes musculares. Segundos más tarde aparece la relajación.

Al paciente se le colocan, por un lado, cuatro electrodos que están conectados a un electroencefalograma, que se utiliza para comprobar el resultado del tratamiento. Luego, con otros dos, se aplica el estímulo eléctrico, de una duración de entre cinco y siete segundos. Esta corriente genera una convulsión en el cerebro del enfermo de unos 25-30 segundos, que es lo que hace que el tratamiento sea eficaz. La terapia se lleva a cabo en diez o quince sesiones, con un intervalo de dos o tres veces por semana. «A partir de la cuarta sesión gran parte de los pacientes ya experimentan una mejoría», explica Crespo Iglesias, psiquiatra en el Hospital Naval de Ferrol.

Más de cincuenta años

Este procedimiento se viene aplicando de forma habitual en clínica desde hace más de cincuenta años, aunque también es cierto que cada vez es menos invasivo y con un menor número de efectos secundarios. Ahora, a lo sumo, el paciente experimenta un período de confusión temporal de una media hora o un dolor de cabeza leve. «Años atrás se estigmatizaba no solo al paciente, sino también al psiquiatra», explica Crespo, algo que nunca llegó a entender. «No me parece bien -indica- que un tratamiento que funciona se aplique solamente a algunos pacientes, cuando se podrían beneficiar muchos más. Lo importante es que se trata de una técnica que ha demostrado científicamente su eficacia y que es segura», subraya.

La terapia

Electroconvulsión. Descargas. Una descarga eléctrica de 5 segundos provoca una convulsión en el cerebro de 30 segundos para tratar la depresión.